EL PLACER DE LA CULTURA

martes, 30 de mayo de 2017

Antonio Machado en el Café Español

Antonio Machado frecuentó los cafés de Madrid desde su adolescencia. En ellos practicó la bohemia, se inició en la escritura y se introdujo en el mundillo literario. Pero casi siempre buscó los locales alejados del centro, solitarios y tranquilos, de acuerdo con su carácter algo huraño, alérgico a los oropeles y las adulaciones.
Uno de esos cafés era el Español, que había abierto sus puertas en la Puerta del Sol antes de la reforma urbana de mediados del siglo XIX, remodelación que provocó su traslado en 1851 hasta la esquina de la calle Carlos III con la de Vergara. Su proximidad al Teatro Real, inaugurado poco antes, propició que frecuentaran el café músicos y espectadores, aunque casi siempre fue un local tranquilo y algo apartado del centro cafetero de la ciudad. No obstante, en algunas etapas de su historia acogió pequeñas representaciones teatrales y conciertos y contó durante muchos años, ya en el siglo XX, con un famoso pianista ciego que animaba con sus notas el local. Finalmente en 1935 echó el cierre; el penúltimo de los negocios que ocupó el local fue una famosa tienda de instrumentos musicales, sustituida hace algunos años por uno de esos horrendos establecimientos dedicados a la venta de souvenirs que infestan el centro de Madrid.
Antonio Machado acudió a este café, sobre todo desde 1932, año en el que por fin obtuvo su plaza de profesor de francés en Madrid. Muy cerca, en la calle Mesón de Paños, habían visto la luz seis años antes los poemas de Nuevas Canciones.


Ramón Gómez de la Serna se refiere en su obra Los Machado a la presencia de Antonio y Manuel, los hermanos poetas, en el Café Español: Pero, aun estando tan unidos tienden a bifurcarse las vidas de los dos hermanos. Siempre Manuel ha visto la España graciosa y alegre y siempre Antonio ha visto la España meditativa y trágica, pero yo podría precisar —y precisaré un día— cuándo se realizó la verdadera desviación de los dos caminos que iban parejos. Así como a Manuel se le encontraba sólo en la encrucijada de colmados que he descripto, a Antonio sólo se le veía en un café sórdido que era también de mi predilección: el café Español, frente al Teatro Real. Allí, entre un público fagocitario —no sólo por su calidad de fagocitos, sino porque algunos tocaban el fagot en la orquesta de la Ópera o en la banda de alabarderos— nos desayunábamos a las siete de la tarde. Yo con mi mujer me establecía en los divanes de enfrente a una de sus ventanas, y Antonio se colocaba de espaldas a la luz, junto al quicio de la misma ventana. Nos saludábamos con buena fe y reconocimiento y comenzábamos la novena de la meditación y de la oración en el café modesto.Estábamos muy solitarios. A lo más llegaban hasta él, para formar la exigua tertulia sus hermanos, destacándose la sonrisa escéptica y retozona de Manuel, que sobre las ocho u ocho y media se escapaba hacia el barrio de la cuchipanda.Pero un día comenzaron a llegar columnas móviles de jóvenes tentadores que le ofrecían cierta jefatura ideal. Él se había defendido siempre de jefaturas y tentaciones, pero sintiéndose ya finalista aceptó una última esperanza. Coincidiendo con eso, cerraron el café Español, en cuyo sensato ambiente de modestia comprendíamos mejor la pobreza estratagémica de lo español, y poco después encontramos un tramo más allá, ya traspuesta la rampa de la cuesta de Santo Domingo, ya en medio de la confusión del centro, el café sustitutivo: el café de Varela.


jueves, 4 de mayo de 2017

El Madrid de Antonio Machado

La relación entre literatura y vida se manifiesta de manera evidente en la ciudad. Madrid ha sido siempre, sobre todo desde la llegada de la Corte en 1561, protagonista de muy variadas obras literarias. Escritores de todo tipo, madrileños de nacimiento o de adopción y viajeros, más o menos ocasionales, se han sentido atraídos por la ciudad y no han podido resistirse a trasladar al papel su palpitante vitalidad.

Antonio Machado pertenece al grupo de los madrileños adoptados. Y es que son muchos los lugares de Madrid ligados a la figura de Antonio Machado, aunque pocos los recuerdos oficiales de su larga estancia en la ciudad desde que llegó en 1883 hasta que marchó por última vez al comienzo de la Guerra Civil: las casas en las que vivió, los centros en los que estudió o fue profesor, los cafés que frecuentó, los teatros en los que estrenó sus obras, los periódicos, revistas o editoriales que publicaron sus poemas, etc. Durante este largo periodo sólo vivió de manera permanente en Madrid entre 1883 y 1896 y entre 1932 y 1936, pero cuando tuvo su residencia en París, Soria, Baeza o Segovia, Machado visitó la ciudad con mucha frecuencia y estuvo permanentemente vinculado a ellas por motivos familiares, profesionales y personales.

Comenzamos un ciclo organizado por la Biblioteca Regional de Madrid con recorridos biográficos y literarios por el Madrid de Machado, siguiendo un orden cronológico e incluyendo la lectura de fragmentos de sus obras. Los títulos de los paseos, extraídos del famoso Autorretrato del autor sevillano, son los siguientes:

4 de mayo: Mi juventud, veinte años en tierra de Castilla
11 de mayo: Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada
18 de mayo: Converso con el hombre que siempre va conmigo
25 de mayo: Me encontraréis a bordo ligero de equipaje


lunes, 1 de mayo de 2017

Celebramos la fiesta de la Comunidad de Madrid con la Biblioteca Regional

Como el año pasado, celebramos en este 2017 la fiesta de la Comunidad de Madrid con un itinerario organizado por la Biblioteca Regional, que realizamos tanto el día 2 de mayo como el 3. En este paseo guiado rememoramos los sucesos de 1808 y recorremos algunos de los lugares más emblemáticos del levantamiento, de la mano de los documentos históricos y de la recreación literaria de Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales.

Portada de El dos de mayo o los franceses en Madrid: novela histórica, de Manuel Vázquez Taboada. Murcia y Martí Editores, 1866. Biblioteca Regional de Madrid