EL PLACER DE LA CULTURA

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martes, 26 de agosto de 2025

Diálogo en silencio

Durante todo el verano del 25 y hasta el mes de octubre puede verse en la catedral de Burgos la exposición Legatus Fidei, organizada por la Fundación Consulado del Mar, promovida por el Cabildo Metropolitano y la archidiócesis y con la colaboración de la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento y la Diputación Provincial de Burgos. La muestra, que conmemora el 950 aniversario del traslado de la sede episcopal de Oca a Burgos, no destaca por presentar un discurso expositivo especialmente interesante, ni por su carácter innovador, ni por la información de sus cartelas. Pero permite disfrutar de unas 60 piezas, algunas de ellas verdaderamente maravillosas, aunque, especialmente las más modernas, de calidad desigual.

Grupo de la Anunciación de la iglesia de Gamonal en la exposición Legatus Fidei
Foto: Francisco Juez, 18/07/25

Entre las obras más bellas se encuentra el grupo de la Anunciación de la iglesia de Nuestra Señora la Real y Antigua de Gamonal, antiguo municipio anexionado a Burgos hace 70 años. Se trata de una pareja de tallas de madera policromadas y estofadas, que representan a María y al arcángel Gabriel. Están fechadas a finales del siglo XIII y embelesan a quien las contempla por su elegancia y su encantador refinamiento. La composición no pude ser más sencilla, con las dos figuras de idéntica altura erguidas sobre sus ménsulas o pedestales independientes, muy verticales y con cierta rigidez. Pero el movimiento de las manos y la suave inclinación de sus cabezas logran vincular a las dos imágenes que establecen entre sí un diálogo sereno, íntimo y emocionante. Los rasgos de la cara o el cabello del ángel están tratados con gran suavidad. La pérdida de los objetos que llevaban las figuras, seguramente un libro en el caso de María y un cetro o un tallo en el del ángel, permite que nos concentremos aún más en ellas. Tampoco no distrae la sobriedad y elegancia de los pliegues de las telas, posiblemente redecoradas en época posterior.

Vista del claustro de la catedral de Burgos, donde puede verse la muestra Legatus Fidei
Foto: Francisco Juez, 18/07/25

El grupo se ha puesto en relación con obras escultóricas francesas del mismo siglo, como las famosas esculturas de las catedrales de Chartres o Reims, lo que se explicaría perfectamente por la presencia de artistas francesas en las obras de la catedral de Burgos en ese momento. Desde el punto de vista iconográfico, la fórmula en la que tanto el ángel como la Virgen están de pie es habitual en el siglo XIII y convive con el modelo en el que María está sentada. Los gestos de las manos, con tanto protagonismo en la Anunciación de Gamonal, se pueden relacionar con el teatro religioso medieval.

No están trabajadas por la parte posterior, por lo que, evidentemente, estaban colocadas ante una pared o una columna o formando parte de una obra mayor, como un retablo. En la actualidad, se ubican en la capilla de San Antón de la iglesia de Gamonal. María José Martínez Martínez relacionó el grupo con esculturas de la portada de la misma iglesia, lo que ha permitido su datación a finales del siglo XIII.

lunes, 29 de abril de 2024

Convivium, exposición sobre la dieta mediterránea en el Museo Arqueológico Nacional

La Unesco incluyó en 2013 la dieta mediterránea en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en virtud de la Convención de 2003 para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Se trata de una rica y compleja manifestación cultural, fruto de milenios de evolución que comprende, no sólo el mero acto de comer, sino también los conocimientos y técnicas de obtención y elaboración de alimentos, las formas de transporte, almacenamiento y comercio de los productos, las prácticas tradicionales, sociales, simbólicas y rituales de compartir la comida y de comer juntos y los valores de hospitalidad, de vecindad, de amistad, de diálogo y de cohesión familiar y social.

El Museo Arqueológico Nacional ha inaugurado el 29 de abril una exposición dedicada a la dieta mediterránea que estará abierta hasta el 1 de septiembre. Su título es CONVIVIUM. Arqueología de la dieta mediterránea y se inspira en un texto de Cicerón:

Y no medía el deleite de estas comidas tanto por los placeres del cuerpo como por el encuentro y la charla con los amigos. Pues nuestros antepasados hicieron bien en llamar convivium a las reuniones de amigos para comer, porque suponía una unidad de vida, y lo hicieron mejor que los griegos, que a esto mismo llaman “bebida conjunta” o “cena conjunta”, de manera que en esta clase de reuniones parecen considerar como lo más importante lo que en realidad lo es menos.

(Cicerón, De Senectute, XIII, 45, trad. N. Fidalgo Díaz, en Ed. Triacastela)

Se podrá visitar con entrada gratuita durante el horario de apertura del Museo, el cual ha organizado visitas guiadas, que realizará Atacama, además de otras muchas actividades que se pueden consultar en la web del MAN.


miércoles, 28 de febrero de 2024

Los primeros estudios fotográficos de Madrid

La Biblioteca Regional ha encargado a Atacama un itinerario por el centro de Madrid en relación con la exposición Un retrato romántico. La carte de visite, que puede verse en su sede de la calle Ramírez de Prado hasta el 21 de abril. En el paseo los participantes podrán conocer las localizaciones de los estudios de los pioneros del retrato fotográfico, que trabajaron en la capital aproximadamente desde 1858 hasta 1865.


El recorrido comienza en Pontejos, donde recordamos a André Adolphe Eugène Disdéri (1819-1889), iniciador del formato que permitía la impresión de hasta ocho retratos en miniatura en el mismo negativo. A través del Madrid isabelino ubicamos los estudios de Charles Clifford (1820-1863), Ángel Alonso Martínez (1825-1868), Eusebio Juliá (1826-1895), Pedro Martínez de Hebert (1819-1891) y Jean Laurent (1816-1886) entre otros muchos fotógrafos.

Estudio de Laurent (y luego de Lacoste) en el nº 39 de la carrera de San Jerónimo

Los itinerarios se realizarán en las siguientes fechas:

Miércoles, 21 de febrero de 2024 de 17:00 a 19:00
Jueves, 22 de febrero de 2024 de 11:00 a 13:00
Miércoles, 13 de marzo de 2024 de 17:00 a 19:00
Jueves, 14 de marzo de 2024 de 11:00 a 13:00
Miércoles, 20 de marzo de 2024 de 17:00 a 19:00
Jueves, 21 de marzo de 2024 de 11:00 a 13:00
Miércoles, 17 de abril de 2024 de 17:00 a 19:00
Jueves, 18 de abril de 2024 de 11:00 a 13:00

Inscripción y más información en el Portal del Lector.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Lady Hamilton y Goethe: a ver si adivinas quién soy

Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) está considerado como el principal escritor en lengua alemana de todos los tiempos y es el creador de algunos de los mitos más relevantes de la cultura occidental. Nacido en Fráncfort del Meno, realizó un memorable viaje a Italia entre 1786 y 1788, en vísperas de la Revolución Francesa. Este periplo se enmarca en un contexto histórico de auge del viaje artístico, literario y arqueológico entre los ilustrados, para cuya formación se consideraba imprescindible visitar Italia, especialmente Roma. El también alemán Johann Joachim Winckelmann (1717-1768) había puesto el foco en la Antigüedad clásica y el estudio del mundo grecorromano adquirió un lugar muy destacado en la mentalidad ilustrada.

El viaje a Italia, cuidadosamente preparado y desencadenado por una crisis personal, supuso un antes y un después en la biografía de Goethe. Implicó un verdadero renacimiento para el escritor y alumbró numerosas obras literarias. Durante todo el itinerario, el autor alemán realizó cientos de dibujos y escribió innumerables textos. A partir de apuntes de diario y extractos de cartas, publicó, tras una cuidadosa revisión, su famoso Italienische Reise (Viaje a Italia) en 1816, casi treinta años después del recorrido por el país transalpino.

Johann Heinrich Wilhelm Tischbein. Goethe en la campiña romana. 1787
Óleo sobre lienzo, 166 x 210,3 cm
Stäedel Museum, Fráncfort del Meno

El libro no es una guía turística, ni es sólo una suma de maravillosas descripciones, es también una aguda reflexión sobre la sociedad, la naturaleza, el arte, además del relato de un viaje interior, de una transformación interna. Entre los muchos episodios de interés que aparecen en el libro queremos detenernos en el capítulo correspondiente a la estancia del escritor alemán en Nápoles, donde visitó el Palazzo Sessa (por cierto, hoy sede del Goethe Institut en la ciudad), residencia del embajador británico en la corte partenopea, sir William Hamilton, coleccionista de antigüedades, explorador del Vesubio y gran diletante:  

El caballero Hamilton, que aún vive aquí como embajador de Inglaterra, ha encontrado ahora, tras una larga afición a las artes y un estudio muy profundo de la naturaleza, la cima de los placeres de la naturaleza y del arte en una bonita joven, una inglesa de unos veinte años que vive con él en su casa. Es preciosa y luce una bella figura. Hamilton le ha hecho confeccionar un vestido griego que le sienta a las mil maravillas; ella se lo pone, se desata la caballera, toma un par de chales y se entrega a tal variedad de actitudes, gestos y juegos de fisonomía, que al final uno cree en verdad estar soñando. Lo que tantos miles de artistas hubieran deseado crear, aquí se ve realizado en movimiento y con una sorprendente diversidad. En pie, de rodillas, sentada, acostada, seria, triste, burlona, provocativa, contrita, amenazadora, temerosa... Una actitud sigue a la otra. Sabe escoger y variar para cada expresión los pliegues del velo, y compone mil tocados diferentes con las mismas telas. Durante este tiempo, el maduro caballero sostiene la luz y se entrega en cuerpo y alma a este objeto. En esta mujer encuentra todas las antigüedades, todos los bellos perfiles de las monedas sicilianas, incluso el Apolo de Belvedere. Una cosa es cierta, se trata de un placer único que ya hemos disfrutado en dos veladas. Esta mañana Tischbein hace su retrato. (Traducción de Manuel Scholz Rich. Johann W Goethe, Viaje a Italia. Zeta,  Barcelona, 2009).

Angelica Kauffmann, Retrato de mujer en su aseo (Lady Hamilton), 1795
Óleo sobre lienzo, 131 x 103 cm
Museum of Fine Arts, Budapest

No sólo Johann Heinrich Wilhelm Tischbein retrató a Emma, que acabó casándose en 1791 con el embajador, sino también otros muchos artistas de la época, como Angelika Kauffmann y Louise-Élisabeth Vigée-Le Brun. En la exposición Maestras, que podemos ver en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza hasta el 4 de febrero de 2024, sendos cuadros, casi del mismo tamaño, de las citadas pintoras forman pendant. En el retrato de Kauffmann, Layd Hamilton, está en su aseo posando con un gesto inspirado en la Venus Calipigia helenística, pero está vestida y se muestra de frente. En el de Vigée-Le Brun asume la pose y la actitud de una bacante, haciendo sonar una pandereta, con su larga melena al viento y la luz del Vesubio bañando su vestido drapeado al estilo de la Grecia antigua.

Louise-Élisabeth Vigée-Le Brun. Lady Hamilton como una bacante. C. 1790-1792
Óleo sobre lienzo, 132,5 x 105,5 cm
National Museums Liverpool

Lady Hamilton fue una verdadera influencer de la época. Encargó a su modista que le confeccionara vestidos inspirados en las pinturas de los vasos griegos, los relieves romanos o las pinturas de Pompeya, así como en el atuendo de las campesinas del golfo de Nápoles. Y estos ropajes influyeron en la moda europea del momento gracias a las imágenes que se difundieron a través de las publicaciones ilustradas y de los propios cuadros. Muchos viajeros, entre ellos Goethe, disfrutaron de las llamadas attitudes, representaciones a medio camino entre el teatro, la danza y la pose pictórica, mediante las cuales Lady Hamilton remedaba a mujeres de la historia antigua o la mitología para que los invitados espectadores averiguaran de quién se trataba o a qué escena famosa se aludía. Este entretenimiento culto y algo decadente, característico de la época de la Revolución Francesa, es un precedente de las modernas performances.  


martes, 24 de octubre de 2023

Túnez en sepia y Túnez en color

Entre el 10 de octubre de 2023 y el 14 de enero de 2024 se podrá visitar en el MAN la exposición Túnez en sepia. Fotografías de la colección del Museo Arqueológico Nacional. Organizada por el Ministerio de Cultura y Deporte y por el propio Museo y comisariada por cuatro de sus conservadoras, Virginia Salve Quejido, María Alonso Lescún, Núria Benavent Bataller y Ana Cabrera Díez, la muestra es una oportunidad excelente para conocer uno de los fondos de fotografía patrimonial más interesantes que custodia el MAN. Además, el Museo ha organizado visitas guiadas a la exposición y otras actividades en relación con ella.

Se exponen ciento una fotos, acompañadas de selectas piezas arqueológicas, documentos y libros pertenecientes al propio Museo. Las fotografías formaron parte de la Exposición Histórico-Europea de Madrid de 1892-1893, con la que se inauguró el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, en el marco de las celebraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América. Al finalizar la muestra, el Bey de Túnez, Ali III ibn al-Husayn (1817-1902), que había enviado las fotografías para dicha exposición, donó las mismas, por lo que pasaron a formar parte de los fondos del MAN. Se trata de copias en papel a la albúmina, obtenidas a partir de negativos de vidrio al colodión. Por motivos de conservación se exponen excelentes reproducciones del tamaño de las originales.

Acueducto romano. Planicie de Zaghouan. 1855-1892

A través de las imágenes del siglo XIX el visitante se acercará al riquísimo patrimonio tunecino formado por los monumentos púnicos, númidas, romanos, bizantinos y de los diferentes periodos de la historia del país tras la conquista musulmana. También podrá deleitarse con algunas imágenes costumbristas y con interesantes fotografías de dos grandes museos tunecinos fundados poco después que el Museo Arqueológico Nacional: los actuales Museo Nacional del Bardo y Museo Nacional de Cartago.

Entre las fotografías de la exposición, nos detenemos en una vista exterior de la histórica ciudad de al-Qayrawān, fundada en 670 por los conquistadores musulmanes y convertida en capital de la dinastía aglabí en el siglo IX. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1966, al-Qayrawān, aparece en la foto que nos ocupa tras su muralla, con una de sus puertas almenadas y un bellísimo skyline de alminares y cúpulas. En la segunda mitad del siglo XIX la ciudad no se había extendido más allá de sus muros, como podemos ver en la foto, cuya datación no se puede concretar.

Vista de Kairuán.1855-1892

La fotografía me ha recordado el viaje que en 1914 realizó el artista suizo Paul Klee (1879-1940) a Túnez, en compañía de August Macke y Louis Moilliet, siguiendo una llamada que habían sentido antes también otros artistas centroeuropeos. Allí fue presa de una fascinación que le ayudó a encontrar un lenguaje artístico propio que fue desarrollando en los años siguientes. La imagen de al-Qayrawān en el 14 no debía de ser muy diferente de la que vemos en sepia en la fotografía de la exposición, salvo, claro está, por el color.

Entre lo abstracto y lo figurativo, la pintura tunecina de Klee investiga la luz y el color, siempre con un estilo poético y visionario. Busca la analogía entre lo representado (la ciudad) y la representación (el cuadro), como si la propia pintura estructurara su mirada sobre el paisaje.  Trata de evitar el subjetivismo, intenta concentrarse en la relación directa entre la naturaleza y el arte, pretende encontrar en la estructura del lenguaje pictórico la estructura del mundo. La austeridad de la arquitectura de volúmenes puros que vemos en la foto, junto a la luminosidad mediterránea y al intenso color de Túnez cambiaron para siempre a Klee.

Paul Klee. Ante las puertas de Qayrawan. 1914
Acuarela sobre papel sobre cartulina, 20,7 x 31,5 cm
Zentrum Paul Klee, Berna

En una acuarela titulada Ante las puertas de Qayrawan (1914), el pintor suizo nos muestra una imagen lejana de la ciudad, como en la fotografía, con su muralla y edificios. Ordena el paisaje circundante con masas de color, más pequeñas hacia el fondo, e incluye una caravana. El cielo intensamente azul está organizado a partir de campos de color, pero muy matizados. La luz del norte de África le impulsó a interesarse fundamentalmente por el color, que a partir de entonces fue siempre el centro de sus investigaciones artísticas. Un color transparente que construye una cuadrícula imperfecta, velada, que tiende a la desmaterialización.


sábado, 20 de mayo de 2023

La arqueología de Gran Canaria en el Museo Arqueológico Nacional

Entre el 30 de mayo y el 3 de septiembre la apasionante historia de la isla de Gran Canaria estará a tan sólo unos pasos de la calle Serrano de Madrid. En efecto, desembarca este verano en el Museo Arqueológico Nacional una exposición organizada por el Ministerio de Cultura y Deporte, el propio MAN, el Cabildo de Gran Canaria y el Museo Canario de Las Palmas, al que pertenecen la inmensa mayoría de las piezas arqueológicas que conforman la muestra.


Historias de una isla. Arqueología de Gran Canaria reúne un conjunto de piezas que permiten reconstruir la evolución social de la isla desde su poblamiento a principios de nuestra era hasta la actualidad. María del Carmen Cruz del Mercadal, del Museo Canario, es la comisaria de esta exposición. Y el Museo Arqueológico Nacional ha confiado a Atacama Servicios Culturales la organización de las visitas guiadas gratuitas a la muestra. Más información en la web del Museo.


domingo, 26 de marzo de 2023

Centenario de la Revista de Occidente

Este año celebramos el centenario de la creación de la mítica Revista de Occidente, cuyo primer número salió a la calle en julio de 1923 por 3,50 ptas. Fundada y dirigida por el filósofo José Ortega y Gasset, es una de las publicaciones periódicas españolas más importantes de la época contemporánea.

El primer número, con portada ilustrada por el artista uruguayo Rafael Barradas, incluía artículos de Pío Baroja, el propio Ortega (con un ensayo sobre la poeta francesa Anna de Noailles), el filósofo y sociólogo alemán Georg Simmel, el arqueólogo Adolf Schulten (por supuesto, con un texto sobre Tartessos), Fernando Vela, secretario de redacción de la revista, y Corpus Varga.

Primer número de la Revista de Occidente

Ortega explica en este primer número la línea editorial de la Revista:

Los propósitos de la Revista de Occidente son bastante sencillos. Existe en España e Hispano-América un número crecido de personas que se complacen en una gozosa y serena contemplación de las ideas y del arte. Asimismo, les interesa recibir de cuando en cuando noticias claras y meditadas de lo que se siente, se hace y se padece en el mundo: ni el relato inerte de los hechos, ni la interpretación superficial y apasionada que el periódico les ofrece, concuerdan con su deseo. Esta curiosidad, que va lo mismo al pensamiento o la poesía que al acontecimiento público y al secreto rumbo de las naciones, es bajo su aspecto de dispersión e indisciplina, la más natural, la más orgánica. Es la curiosidad ni exclusivamente estética ni especialmente científica o política. Es la vital curiosidad que el individuo de nervios alerta siente por el vasto germinar de la vida en torno y es el deseo de vivir cara a cara con la honda realidad contemporánea.

La Biblioteca Nacional dedica a esta publicación la exposición Revista de Occidente o la modernidad española, que se podrá visitar hasta el 4 de junio. Y la Biblioteca Regional de Madrid ha organizado dos itinerarios guiados dedicados al Madrid de Ortega y Gasset, que realizará Atacama. Más información en el Portal del Lector.

viernes, 2 de diciembre de 2022

La hostelería de Madrid en los últimos 140 años

El pasado martes 22 de noviembre la consejera de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, inauguró la exposición 'Toda una vida. 140 aniversario de Hostelería Madrid' en la ZonaZero del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, situado en Complejo “El Águila”. Ha sido una gran satisfacción para nosotros, puesto que hemos comisariado la muestra, después de recibir el encargo de la Dirección General de Patrimonio, organizadora de la exposición, que cuenta con la colaboración de la asociación Hostelería Madrid, la principal del sector. Agradecemos la presencia de la consejera en el acto, al que acudieron también la directora general de Patrimonio Cultural, Elena Hernando, el director general de Turismo, Luis Martín, Juan Antonio Aparicio, presidente de Hostelería Madrid y otras personalidades relacionadas con la cultura y con la hostelería. 


La exposición pretende destacar la importancia del sector hostelero y su capacidad de influir en la realidad madrileña desde 1882 hasta la actualidad. Además, pone el foco en la función que cumplen los locales hosteleros como espacios de reunión y celebración y como ámbitos privilegiados del ocio de los madrileños. Igualmente, se subraya el protagonismo y la relevancia de los cafés y de otros establecimientos como lugares propicios para las manifestaciones culturales de todo tipo, desde los tiempos de la Generación del 98 a los de la Movida.


El trabajo que hemos realizado a lo largo de este año, con la eficaz dirección de Sergio Martínez, jefe del Área de Difusión y Publicaciones, y de María Arranz, jefa del Servicio de Exposiciones ha dado sus frutos en forma de una exposición para la que ha sido fundamental el trabajo de los diseñadores de Estudio blg, que han creado un espacio expositivo atractivo, evocador y adecuado para mostrar los alrededor de 150 documentos y piezas. Agradecemos también las facilidades que nos han dado tanto el Archivo Regional como la Biblioteca Regional, que son los que aportan el mayor número de obras a la muestra. Hostelería Madrid también ha prestado sus documentos históricos más preciados, los que dan testimonio de los orígenes de la asociación hace 140 años. Además, Mahou y algunos locales hosteleros madrileños, en especial la Cervecería Los Gatos, nos han cedido objetos característicos que contribuyen a trasladarnos a otras épocas.

Animamos a todos los madrileños a visitar hasta el 5 de febrero de 2023 en horario de lunes a sábado de 10:00 a 20:00, domingos y festivos de 10:00 a 14:00 h. esta exposición. La entrada es gratuita.

Más información en el Portal del Lector.

La inauguración en Telemadrid.

lunes, 31 de mayo de 2021

Ciento cincuenta años del primer tranvía de Madrid


El 31 de mayo de 1871 se inauguró el primer tranvía de Madrid. Lo puso en marcha una empresa inglesa, con el impulso de William Morris, que había comprado los derechos de explotación de la línea a José Domingo Trigo, el cual había obtenido la concesión del ayuntamiento popular un año después de la Gloriosa Revolución. Fue todo un acontecimiento en la ciudad, que apenas cinco meses antes había vivido la proclamación de Amadeo I como rey de España.

Calle de Serrano. En el centro de la imagen el primer tranvía de Madrid      
Ángel Fernández de los Ríos. Guía de Madrid: manual del madrileño y del forastero,1876

Era posiblemente el tercer tranvía urbano del país, después de los de Jerez de la Frontera y Sevilla. Iniciaba su andadura tras numerosos intentos fracasados y cuando ya existía otro medio de transporte público urbano, que era el ómnibus. El nombre comercial de la empresa era el de Tramvía de Madrid y contaba con 24 vehículos de dos pisos de fabricación inglesa y 120 caballerías, ya que funcionaba con tracción animal y se desplazaba, a diferencia del ómnibus, sobre raíles, lo que permitía aumentar notablemente su velocidad y mejorar la comodidad de los viajeros.

La primera línea de la capital unía el flamante barrio de Salamanca con el corazón de la villa, la Puerta del Sol. Pocos meses después se prolongó hasta la plaza de Oriente y más tarde hasta el barrio de Pozas, de este modo el tranvía unía dos modernos barrios del ensanche, uno en el oeste y otro en el este, a través del centro.

Puerta del Sol     
Ángel Fernández de los Ríos. Guía de Madrid: manual del madrileño y del forastero,1876

La inauguración se celebró con un banquete, servido por Lhardy, en la estación, que se había construido en el extremo septentrional del barrio de Salamanca, en la esquina entre el boulevard Serrano y una nueva calle que poco antes había recibido el nombre de Maldonado. El Imparcial del 1 de junio describe con todo detalle la ceremonia, en la que distintas personalidades pronunciaron entusiastas discursos.


El Imparcial, 1/06/1871. Inicio de la crónica sobre la inauguración del tranvía

Al día siguiente de la inauguración, el 1 de junio de 1871, se puso en marcha el servicio público, iniciando, de este modo una historia que terminó exactamente 101 años después. Durante el verano de 2021 una exposición en la Biblioteca Regional de Madrid, en la que estamos trabajando, rememorará la trayectoria de un medio de transporte que desempeñó un papel clave en el desarrollo y la modernización de la ciudad.

Ministerio de Hacienda. Se observa el paso del tranvía inaugurado en 1871. 
Ángel Fernández de los Ríos. Guía de Madrid: manual del madrileño y del forastero,1876

En la primera edición de la Guía de Madrid: manual del madrileño y del forastero , de Ángel Fernández de los Ríos, publicada en 1876, se incluyen numerosas estampas de la ciudad, entre las que reproducimos algunas en las que aparece el tranvía de mulas por las calles madrileñas. También se incluye en la guía una tabla con las tarifas del nuevo medio de transporte, con distintos precios según el recorrido realizado.

Tarifa de precios del tranvía.
Ángel Fernández de los Ríos. Guía de Madrid: manual del madrileño y del forastero,1876


lunes, 17 de junio de 2019

El Camino de las Estrellas, exposición de pintura de Agustín Benito Oterino

Hasta el 23 de junio permanecerá abierta en Santana-Art (Paseo de la Castellana, nº 190, local derecha) la exposición de Agustín Benito Oterino, artista con el que Atacama ha colaborado en algunos talleres didácticos.


Nacido en Madrid en 1965, Agustín estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense y en Viterbo (Italia). Realizó su doctorado en la Academia de Bellas Artes de Venecia, donde evolucionó hacia un expresionismo figurativo. Tras vivir varios años en Italia, regresó a Madrid en 1998, donde leyó su tesis doctoral “La luz en la Quinta del Sordo”. Ha realizado numerosas exposiciones individuales, además de trabajos para cine y televisión y actividades docentes en distintos contextos. 


Actualmente  ha concluido un ciclo creativo inspirado por un viaje por el Camino del Norte de Santiago, que realizó  a pie en agosto del año pasado, desde Irún a Bilbao y que culmina con la exposición "El Camino de las Estrellas" que se puede ver actualmente en Madrid. En palabras del autor: “Cuando inicio el camino me despido de la persona que era antes, comienzo un proceso de trasformación, y cuando vuelvo soy otra persona. Caminar me lleva a percibir por momentos, la atención sobre cada paso que doy, ni el anterior  ni el siguiente, solo este; es una lucha que conecta en mi interior para estar atento en el momento presente“ 

Recomendamos fervientemente visitar la exposición, así como ver el video sobre el proceso de trabajo en este enlace


domingo, 1 de julio de 2018

Tras la huella de Ventura Rodríguez, exposición en la Biblioteca Regional


Hasta el 7 de septiembre se podrá visitar en la Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina (C/ Ramírez de Prado 3. Madrid) la exposición de fotografías realizadas por los participantes que asistieron al taller organizado por Atacama Servicios Culturales en la Biblioteca el pasado mes de noviembre de 2017. 


La muestra Tras la huella de Ventura Rodríguez quiere conmemorar la gran labor del arquitecto, especialmente en la ciudad de Madrid. Se exponen las mejores fotografías realizadas por los usuarios de la Biblioteca, que tuvieron que investigar sobre la obra de Ventura Rodríguez y fotografiar hasta 50 hitos relacionados con el arquitecto natural de Ciempozuelos.


La exposición está estructurada en diez pequeños epígrafes referidos tanto aspectos de su vida privada como al legado de su obra e incluyen fotografías seleccionadas teniendo en cuenta tanto la calidad fotográfica como la pertinencia y su claridad informativa.


Más información el Portal del Lector.


viernes, 1 de junio de 2018

Todo el horror de Auschwitz en un dibujo

El 27 de enero de 1945 los soviéticos entraron en Auschwitz y liberaron a unos 7.000 internos que los guardias de las SS habían abandonado 10 días antes, cuando huyeron ante la inminente llegada del  Ejército Rojo. Los nazis se habían llevado a más de 60.000 prisioneros del campo de trabajo y  exterminio, los que se encontraban en un estado menos calamitoso, y a los que habían obligado a caminar hacia el interior de Alemania en lo que se conoce como “la marcha de la muerte”. Los soviéticos hallaron en el campo a los supervivientes más famélicos, incapaces de andar. 

En la sobrecogedora exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, que se puede visitar en el Centro de Exposiciones Arte Canal hasta el 17 de junio, el arte tiene una presencia pequeña pero fundamental. Objetos, impresionantes por su poder evocador, y fotografías, implacables por su carácter documental, son los protagonistas. Pero unos cuantos dibujos, entre ellos, los del superviviente David Olére, impactan por la capacidad expresiva de este lenguaje artístico.

Uno de los dibujos más impresionantes reproducidos en la muestra es el de Zinovii Tolkatchev (1903-1977), artista judío que formó parte de las fuerzas soviéticas que liberaron Auschwitz. Nacido en Bielorrusia, Tolkatchev había estudiado arte en Kiev y desde finales de los años 20 pudo desarrollar una importante carrera, con destacados capítulos como una exposición sobre la muerte de Lenin o la ilustración de numerosos libros.  Entre 1941 y 1945 sirvió como artista oficial del Ejército Rojo y cuando llegó a Auschwitz ya había sido testigo, en el verano de 1944, de la liberación del campo de exterminio de Majdanek. Las terribles escenas que pudo contemplar en ambos lugares le inspiraron obras tan impactantes como la que se reproduce en la exposición del Centro del Canal.


Los dibujos de Tolkatchev son fruto de un impulso documental y, de hecho, fueron expuestos incluso antes de terminar la Guerra, en el contexto de la investigación de los crímenes nazis. En el caso del dibujo que nos ocupa es especialmente espeluznante el hecho de que el soporte sea un papel con membrete oficial del campo. Tal vez el artista había agotado su papel de dibujo y la urgencia de documentar el horror le impulsó a emplear un soporte como los que habían servido para transmitir las más terribles órdenes y en el que puede leerse: Kommandantur Konzentrationslager Auschwitz. El texto se convierte así en una parte fundamental de la obra.
En el dibujo podemos ver a una persona, sin duda un superviviente, con la cabeza cubierta por un velo, tal vez por ello se trate de una mujer, y las manos cubriendo su rostro. Los artistas han explotado a lo largo de la historia la enorme capacidad expresiva del rostro humano y de los innumerables gestos y muecas que es capaz de realizar. Pero en este caso Tolkatchev oculta la cara de la persona retratada, lo que parece una contradicción, y logra así transmitir una expresión de dolor universal. Cubrir el propio rostro implica no querer mirar y a la vez impedir ser visto, es decir expresa un rechazo a la realidad, que, parodójicamente tiene más fuerza visual que cualquier gesto facial. La ausencia de rasgos personales confiere a la figura una potencia universal, de manera que la mujer representa no a una persona concreta sino a todos los supervivientes de Auschwitz y a todos las víctimas del horror en general.

La proximidad de la figura, que ocupa buena parte del papel, en primerísimo plano, pero que deja ver a la derecha un somero paisaje del campo de exterminio, le confiere una conmovedora monumentalidad. La línea es el elemento definitorio del dibujo, pero en este caso ha sido sustituida por los vigorosos trazos, firmes y rápidos que delimitan la figura, las manos, los dedos y los pliegues del manto y que dotan a la imagen de una gran intensidad dramática. El sombreado, el otro componente del dibujo, tiene un papel secundario en este caso, pero se aplica con seguridad y con una riqueza y variedad de intensidad muy expresivas. La reserva, es decir, la superficie no cubierta por el lápiz, tiene un gran protagonismo, sobre todo en el caso de las manos, en contraste con los oscuros trazos de los contornos.

Todas estas características determinan que el dibujo no exprese la felicidad por la liberación, sino la constatación del infierno hallado por los soldados soviéticos. Las palabras de Primo Levi, escritor italiano superviviente de Auschwitz, que acompañan en el catálogo de la exposición al dibujo de Tolkatchev, nos ofrecen la mirada de las víctimas de los nazis sobre los testigos soviéticos de la liberación y nos ayudan a comprender la génesis de la obra:

Cuando [los soldados soviéticos] llegaron a la alambrada no nos saludaron ni sonrieron. Parecían oprimidos, más que por la compasión, por una cohibición desconcertada que les sellaba los labios y les clavaba los ojos a aquella escena fúnebre. Era la misma vergüenza (…) que siente el hombre justo ante los crímenes cometidos por otros, el remordimiento que producen la existencia misma de estos crímenes y el que hayan sido introducidos de manera irrevocable en el mundo de las cosas que existen.

lunes, 29 de enero de 2018

El azulejo Fortuny en el Prado


La exposición dedicada a Mariano Fortuny, que permanecerá abierta en el Museo del Prado hasta el 18 de marzo, nos ha permitido comprobar que han envejecido mejor sus acuarelas, dibujos o grabados que sus óleos preciosistas. Pero también que su coleccionismo apasionado le impulsó a reunir obras magníficas como el conocido como “azulejo Fortuny”, aparecido en una casa del Albaicín en 1871 y adquirido por el pintor. Actualmente pertenece al Instituto Valencia de Don Juan y, por lo tanto, no es accesible al público, de manera que la muestra del Prado es una magnífica ocasión (ya ha habido otras, afortunadamente) de disfrutar de esta pieza realmente excepcional.


Es un azulejo nazarí, el último periodo de la historia de al-Andalus, de dimensiones extraordinarias, 108 x 63 cm., tamaño que supone una enorme dificultad técnica. Fue realizado durante el reinado de Yusuf III (1408-1417) con la técnica del reflejo metálico, con tres cochuras, las dos primeras para fijar la forma y decoración y la última para dar el dorado mediante fuego oxidante, aplicando una solución de cobre y mercurio. Debió de decorar alguna sala de la Alhambra, seguramente en posición vertical, como hoy se expone.
Pertenece al grupo de los azulejos nazaríes decorados exclusivamente en dorado, frente a otros que también incluyen azul, en ambos casos sobre fondo blanco. Se organiza, a modo de un tapiz, con un reborde rectangular y decoración organizada simétricamente. En el recuadro aparece una inscripción árabe en letra cursiva repetida seis veces, como si fuera una jaculatoria, enmarcada por una cartela geométrica con decoración de lazos curvos que rodean motivos vegetales y el escudo nazarí. El texto, que está en reserva, sobre fondo dorado, dice:

Gloria a nuestro señor el sultán Abi-l-Hayyay al-Nasir li-din Allah
[es decir, Yusuf III]

La decoración del espacio interior se organiza con una simetría en la composición general pero no en los detalles. Presenta escudos nazaríes en el eje central, que están rodeados de grandes palmetas que rematan en forma de cabeza de dragón y aves estilizadas. En el fondo encontramos motivos vegetales de menor tamaño pero muy profusos que recuerdan, lo mismo que los remates en cabeza de dragón, al arte gótico, y que serán característicos de la cerámica de Manises posterior. Aunque no debemos buscar una interpretación literal de esta decoración, se refiere sin duda a la exaltación del soberano y su dinastía y a la prosperidad y abundancia pretendida bajo su reinado.


sábado, 8 de julio de 2017

Japón en versión madrileña, nueva exposición en el Thyssen

El Museo Thyssen ha inaugurado una pequeña pero deliciosa exposición titulada Madama Butterfly y la atracción por Japón. Madrid, 1868-1915, que permanecerá abierta hasta el 27 de agosto. De acceso gratuito, permitirá al visitante adentrarse en el fascinante mundo de la mirada hacia el lejano Japón desde la España del Sexenio Progresista y la Restauración Borbónica.
La muestra es fruto de la colaboración entre el Museo Thyssen-Bornemisza y el Teatro Real y tiene como punto de partida el estreno el 20 de noviembre de 1907 en Madrid de la ópera Madama Butterfly de Giacomo Puccini. Coincidiendo con una nueva programación de la popular ópera el comisario de la muestra, Juan Ángel López Manzanares, ha conseguido reunir más de cuarenta piezas de formato muy diverso que ilustran el contexto de aquel estreno en relación con la moda japonista, muy presente en la Europa de aquella época, incluso en una ciudad poco abierta entonces a influencias foráneas como Madrid.

Pedro Sáenz y Sáenz. Crisantemas. C. 1900. Propiedad de la Excma. Diputación Provincial de Málaga

Un destacado apartado está dedicado al propio estreno de la ópera de Puccini en el Teatro Real de Madrid, en 1907, bajo la dirección de Luis Paris. En él se pueden contemplar por vez primera las fotografías de geishas utilizadas para diseñar los decorados y mobiliario, así como los figurines originales, obra de Joaquín Xaudaró. Asimismo se ilustra la popularización de la cultura nipona a través de la moda, el teatro y la música de la época.

El visitante puede disfrutar también de algunos ejemplos del coleccionismo madrileño de arte nipón, como unas espléndidas estampas atesoradas por Joaquín Sorolla o las que ingresaron hacia 1915 en el Museo Nacional de Artes Industriales. Asimismo se incluyen algunas obras de artistas españoles activos en Madrid en la época que cubre la exposición que muestran la atracción por lo japonés, como un encantador cuadro de Pedro Sáenz, los curiosos retratos anónimos de María Cristina y Alfonso XIII ataviados al estilo nipón, o las ilustraciones de Joaquín Xaudaró.


martes, 27 de junio de 2017

Paisajes primordiales

Hasta el 20 de julio puede verse en la Casa de América de Madrid la exposición 'Watkins, el paisaje de Estados Unidos en la colección fotográfica de Sorolla', comisariada por Mario Fernández. Es una impresionante muestra de la colección de fotografías que Carleton Watkins, uno de los pioneros de la fotografía en los Estados Unidos en el siglo XIX, realizó para Collis Huntington. Su hijo, Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society, regaló esta muestra a su admirado Joaquín Sorolla posiblemente con el objetivo de que el valenciano viajase al lejano oeste norteamericano para pintar los impresionantes paisajes captados por la cámara de Watkins, lo que finalmente no se llevó a cabo. Se trata de imágenes del parque natural de Yosemite (https://yosemite-national-park.net/captadas en la década de los sesenta del siglo XIX, fotografías que conmovieron a Abraham Lincoln y que estimularon la declaración de Yosemite como parque nacional.


Cuando se ven estas fotografías, conservadas en el Museo Sorolla, se siente la emoción de estar viendo un planeta virginal. Da la impresión de que los paisajes que contempló y captó Watkins con su monumental cámara nunca habían recibido antes mirada alguna. Pero además uno tiene la sensación de que el autor estaba inventando la fotografía en aquel mismo instante, de que estaba creando un lenguaje nuevo para traducir aquel paisaje primigenio y hacer al espectador partícipe de esa primera mirada. Se intuye el titánico esfuerzo de Watkins para llegar a tan remotos parajes con un pesado cargamento necesario para poner en práctica la ardua técnica del colodión húmedo, que obligaba a disponer de una cámara de grandes dimensiones para colocar las placas de vidrio y trasladar también todo un taller portátil porque el revelado tenía que ser inmediato. El resultado no puede ser más impresionante, con imágenes de un detalle y una nitidez sobrecogedoras y una atmósfera sublime, sobrenatural.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Parece un Renoir

En la exposición Renoir. Intimidad, que tiene lugar en el Museo Thyssen, podemos ver un buen número de mujeres que leen. Por ejemplo, la señora Monet vestida a la turca y recostada en un sofá apenas pintado. O una joven burguesa que lee el periódico apoyada sobre el hombro de su compañero. O una mujer envuelta en muselina que toca el piano y lee, por tanto, la partitura. O dos parejas de niñas que comparten un libro. O Gabrielle, la niñera, modelo, enfermera y confidente de Renoir. El de las lectoras es, sin dudas uno de los temas favoritos del maestro francés, al que interesaban los personajes absortos en una actividad, concentrados en ella. De esta manera, el espectador, como dice Guillermo Solana, comisario de la muestra, puede asomarse a su intimidad.

Pierre-Auguste Renoir. Gabrielle leyendo. 1906. Óleo sobre lienzo
Staatliche Kunsthalle Karlsruhe

Otro de los temas favoritos de Renoir es el desnudo femenino, género clásico de la pintura occidental practicado por el maestro a lo largo de toda su carrera, incluso en contra de los Impresionistas que lo rechazaban por considerarlo académico. En la exposición podemos disfrutar de un buen número de cuadros que nos muestran a monumentales y rotundas mujeres en la naturaleza o en interiores, que están a punto de bañarse, que se están desnudando o vistiendo, que se arreglan el cabello o que simplemente posan. Se trata de las famosas bañistas de Renoir, un amplio conjunto de obras concebidas para que el espectador espíe la intimidad femenina. 

Pierre Auguste Renoir. Las Bañistas. 1918-19. Óleo sobre lienzo. Detalle
París, Musée d'Orsay 

Una de las joyas del Museo Lázaro Galdiano es un pequeño pero cautivador óleo de Goya, realizado en los últimos años del siglo XVIII, es decir la época en la que el pintor aragonés llevó a cabo su espléndido trabajo en San Antonio de la Florida. Esta obra aúna los temas de la lectora y del desnudo femenino, tratados después por Renoir. Representa a una mujer, de rostro redondeado, mejillas sonrosadas y larga cabellera rubia, absorta en la lectura de un libro. Los dos brazos tienen un gran protagonismo en el cuadro, porque el derecho sirve de apoyo a la cabeza, en el gesto iconográfico de la melancolía, y el antebrazo izquierdo cubre por completo, acaricia, toda la superficie del libro. La forma de los brazos dibuja un rombo con la cabellera que cae sobre la espalda; la cabeza de la mujer sería el vértice superior del rombo.

Francisco de Goya. Magdalena penitente. 1797-1800. Óleo sobre lienzo.
Museo de la Fundación Lázaro Galdiano

Sus formas rotundas, la luminosidad de la piel, la sensualidad y la poesía de esta imagen nos recuerda a los desnudos que podemos ver en la última sala de la aludida exposición del Museo Thyssen, la de las bañistas. Hay que fijarse bien para descubrir que el libro se apoya sobre una calavera y que al fondo a la izquierda se alza una esquemática cruz en el brumoso paisaje. Todo ello nos permite concluir que la sensual mujer es la Magdalena penitente, aunque falte uno de los elementos habituales de su iconografía: el frasco de perfumes. Como señaló Camón Aznar, primer director del Museo Lázaro, esta sorprendente y cautivadora obra de Goya “parece un Renoir”. 

sábado, 26 de noviembre de 2016

Galdós, Caillebotte y el París del barón Haussmann

En sus Memorias de un desmemoriado (1915-1916), Benito Pérez Galdós relata su visita a la Exposición Universal de París que se celebró en 1867. Cuenta también que en aquel viaje pudo comprobar las transformaciones urbanísticas que la capital francesa estaba experimentado durante el Segundo Imperio. Los trabajos habían empezado en 1852 y siguieron hasta 1870, bajo la dirección del barón Haussmann y con el impulso de Napoleón III:

El resto de mi tiempo, en aquel verano, lo empleaba paseándome, observando la transformación de la gran Lutecia, iniciada por el Segundo Imperio. Los Bulevares Haussmann, Malesherbes, Magenta y otros de la orilla derecha, así como los de Saint Germain y Saint Michel en la otra orilla izquierda, estaban en construcción. No se veían más que derribos de barrios enteros y enormes hileras de andamios.

En aquel tiempo el joven Gustave Caillebotte vivía en la Rue de Miromesnil, situada en el corazón de las reformas de Haussmann, y estaba comenzando a pintar. En los cuadros de los años 70 aparece, como en el texto de Galdós, la nueva ciudad que se estaba construyendo, con sus grandes perspectivas, sus tonos grises, y sus habitantes: los obreros con blusones y los elegantes burgueses.


Gustave Caillebotte. Pintores en un edificio. 1877. Óleo sobre lienzo. Colección privada

En un cuadro de 1877, Pintores en un edificio, expuesto en la reciente retrospectiva que ha dedicado a Caillebotte el Museo Thyssen, podemos ver la fase final de las obras parisinas. Aparecen cuatro pintores de brocha gorda que terminan la decoración de la fachada de un comercio; a la izquierda se abre la gran perspectiva rectilínea de una larga calle en la que circulan algunos transeúntes y un carruaje en la lejanía. Los colores utilizados por Caillebotte son muy limitados, con matices de beige, gris, y azul, apenas destacados por los verdes y rojos de la fachada. Es, en cualquier caso, como el texto de Galdós, un delicioso testimonio del carácter pétreo del nuevo Paris diseñado por el barón Haussmann. La calle, tal y como Caillebotte la pinta, parece aún cubierta por el polvo de las obras, como ha explicado la comisaria de la exposición, Marina Ferreti.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Criptoautorretratos: Clara Peeters en el Prado

Quince bodegones de Clara Peeters, pintora flamenca activa en Amberes entre 1607 y 1621, se pueden ver en el Museo del Prado hasta el 19 de febrero de 2017. Todos ellos son muy similares entre sí: nítidos óleos sobre tabla, con un punto de vista totalmente frontal, en los que los objetos se acumulan sobre una mesa, cuyo borde, perfectamente paralelo con el lateral inferior del cuadro, queda en sombra. Los diferentes elementos representados se reproducen con precisión y realismo, pero las composiciones no son claras.



Los objetos se muestran con gran proximidad y llenan casi toda la superficie del cuadro, fuertemente iluminadas sobre un fondo oscuro, pero las sombras que proyectan las cosas son muy sutiles. Peeters utiliza los recursos habituales para transmitir sensación de profundidad y se recrea más en los brillos y los reflejos que en la diferencia de las texturas. Muchos de los objetos se repiten en unos cuadros y otros, con distintas disposiciones. Se trata de recipientes cerámicos, jarras, vajillas de lujo, porcelanas chinas, copas de metal o de cristal,  saleros, velas, monedas, jarrones, flores, conchas, quesos, frutos secos, aceitunas, vino, panes, alcachofas, frutas, dulces, aves, pescados y mariscos, e incluso un gato.



Pero tal vez lo más interesante pasa desapercibido al espectador apresurado. En los reflejos de algunos objetos encontramos diminutos autorretratos de la pintora, hasta siete en dos de los cuadros. Es posible incluso distinguir en algún caso a Peeters con los atributos de su oficio: el pincel y la paleta. ¿Por qué se autorretrata con tanta insistencia y a la vez de manera tan discreta esta pintora especializada en naturalezas muertas, un género puntero a principios del siglo XVII? ¿es, como siempre se dice, una respuesta a la necesidad de autoafirmación de las mujeres pintoras de la época, más aún cuando practicaba un vanguardista realismo?, ¿lo hacía para aumentar la sensación ilusionista de la pintura, o para demostrar su destreza? Por cierto, se sabe muy poco de la biografía de Clara, cuya figura es apenas un reflejo fantasmagórico que nos interroga desde la claridad de su obra.