EL PLACER DE LA CULTURA

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martes, 7 de noviembre de 2017

Las estatuas de Madrid se mueven: Héroes del Dos de mayo

El grupo escultórico dedicado a los Héroes del Dos de Mayo, obra de Aniceto Marinas, es uno de los numerosos monumentos madrileños que ha sufrido varios desplazamientos antes de recalar en su ubicación actual. Tiene su origen en el modelado en yeso que realizó el escultor segoviano en su tercer año como pensionado de número en Roma y con el que obtuvo la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892. Fue entonces adquirido por el Estado para el Museo de Arte Moderno hasta que, con motivo del I Centenario del Dos de Mayo de 1808 y a iniciativa del Centro de Hijos de Madrid, se vació en bronce para levantar un monumento conmemorativo, financiado por suscripción popular.


Se inauguró en el centro de la glorieta de San Bernardo en 1908, aunque no dio tiempo a colocar el original en el mes de mayo y se puso una réplica de escayola; la escultura definitiva se instaló en noviembre del mismo año. Por cierto, la ubicación del monumento provocó el traslado de la escultura de Lope de Vega que se había inaugurado en aquel lugar en 1902.


En 1925 el Monumento a los Héroes del Dos de Mayo se trasladó a la glorieta de Quevedo hasta que dejó su sitio al titular de la plaza, que sigue hoy allí. Fue en 1967, cuando el monumento se llevó a su actual ubicación, en sustitución de otra escultura pública, la del Teniente General Manuel Cassola, obra de Mariano Benlliure, la cual fue trasladada a la plaza de Mariano de Cavia, y más tarde al Parque del Oeste. Desde entonces el grupo del Dos de Mayo se encuentra en los jardines de Ferraz, un lugar aislado y poco apropiado, rodeado por la calzada de la calle del mismo nombre y por las entradas del túnel hacia la calle Irún.

En este video pueden seguirse los movimientos de esta obra de Aniceto Marinas: VIDEO.  


sábado, 3 de diciembre de 2016

Las estatuas de Madrid se mueven: la Libertad

La estatua de la Libertad de Madrid, algo más pequeña que la neoyorquina, pero también más antigua, es otra de las esculturas de nuestra ciudad que ha sufrido un traslado, no muy largo, pero dificultoso, con las vías del ferrocarril como obstáculo.

La estatua se alza sobre un templete que acoge los restos de un grupo de políticos liberales progresistas del siglo XIX: Argüelles, Calatrava, Mendizábal, Muñoz Torrero, Martínez de la Rosa y Olózaga. El pabellón funerario fue construido por Federico Aparici en 1857 y está coronado por la escultura del aragonés Ponciano Ponzano que representa a la Libertad. Cuenta también con tres estatuas de Sabino Medina en el perímetro del templete que representan La Pureza, el Gobierno y la Reforma.


El mausoleo se ubicó originalmente en el desparecido cementerio de San Nicolás, situado en el encuentro de las actuales calles de Méndez Álvaro y Áncora, en el barrio de Delicias. Fue trasladado al Panteón de Hombres IIustres en 1912, por iniciativa de Canalejas y por la insistencia de Romanones y pese a la oposición de Alfonso XIII, descontento con la presencia de hombres que contribuyeron a erosionar el poder real en un lugar que simbolizaba la preeminencia de la monarquía y exaltaba la Restauración Borbónica. El templete se encuentra en un ángulo del jardín del claustro, una ubicación que no favorece ni al edificio trasladado ni al que lo acoge.



lunes, 14 de noviembre de 2016

Las estatuas de Madrid se mueven: Lope de Vega

La palabra estatua significa “obra de escultura labrada a imitación del natural”, según el diccionario de la RAE. Procede del sustantivo latino statua, y éste, a su vez, del verbo stare, que significa “estar inmóvil”. Una estatua debería, por lo tanto, obedecer a su etimología y permanecer quieta, pero en Madrid se produce un fenómeno de difícil explicación: las estatuas públicas se mueven de un emplazamiento a otro con asombrosa facilidad. Con esta entrada iniciamos un ciclo a través del cual trataremos de seguir los movimientos de algunos monumentos madrileños.

La estatua de Lope en la Glorieta de San Bernardo, c. 1905

El primer caso a estudiar es el de la escultura dedicada a Lope de Vega, obra de Mateo Inurria, que se alza sobre un pedestal diseñado por el arquitecto José López Salaberry. Forma parte del grupo de monumentos que el Ayuntamiento de Madrid realizó para conmemorar la mayoría de edad y la coronación de Alfonso XIII en 1902, fecha en la que la estatua se inauguró en el centro de la Glorieta de San Bernardo, en el límite entre el Centro Histórico y el Ensanche, un lugar sin relación con el personaje homenajeado y demasiado grande para el tamaño del monumento. Sólo seis años después apareció en el centro de otra plaza, esta ya en pleno Ensanche, en el barrio de Almagro, concretamente en la Glorieta de Rubén Darío. Finalmente, de momento, viajó en 1966 hasta su ubicación actual, en los jardines de la plaza de la Encarnación, un escenario tal vez más apropiado para las características de la escultura, pero uno de los pocos lugares del centro de Madrid sin ninguna relación biográfica conocida con el escritor.

La estatua de Lope en la Glorieta de Rubén Darío, c. 1960