EL PLACER DE LA CULTURA

domingo, 20 de enero de 2019

Galdós: un siglo contemplando el Retiro desde su sillón


En la tarde del 19 de enero de 1919 se inauguró el monumento dedicado a Benito Pérez Galdós en el madrileño parque del Retiro, muy cerca de la Rosaleda, que había comenzado a florecer apenas cuatro años antes. El homenaje en piedra al gran novelista se había realizado por iniciativa de algunos amigos a través de suscripción popular y merced a la labor de un joven escultor, entusiasta admirador de la obra de Galdós.


Victorio Macho tenía sólo 31 años cuando llevó a cabo esta obra, lejos todavía de sus mejores trabajos de madurez, pero de indudable calidad y gran modernidad si lo comparamos con otras esculturas públicas inauguradas durante el reinado de Alfonso XIII en la ciudad. Críticos de arte e historiadores de la época, como José Francés, Antonio Ballesteros de Santos o Ángel Vegue, así lo reflejaron en sus crónicas del acto, aunque el monumento también tuvo sus detractores, como el profesor Alberto de Segovia. El 2 de febrero, el escultor fue agasajado con un banquete en el restaurante Ideal Room, en la calle de Alcalá como homenaje a su trabajo desinteresado.

El monumento nos muestra una imagen figurativa. pero con un lenguaje escultórico moderno, del anciano novelista, representado de cuerpo entero, sedente y con las manos sobre las piernas, que están protegidas por una mantita, muy apropiada para la fecha de la inauguración. Es una escultura masiva, en forma de bloque, que no se detiene en detalles y que explota la belleza del material. Galdós está sentado en un extraño trono, en cuyos brazos aparecen sendos leones en relieve, que sostienen coronas de laurel. En un lateral puede leerse una desgastada inscripción con el nombre del escultor y la fecha de inauguración y en el respaldo, junto a una guirnalda, la leyenda que presidía los libros editados por Galdós: ARS / NATURA / VERITAS, así como el texto: HOMENAJE DE SUS / AMIGOS Y ADMIRADORES. La escultura descansa sobre un pedestal de granito formado por un doble escalón, con inscripciones en todas sus caras: GALDÓS en el frente, EPISODIOS NACIONALES en el lateral izquierdo, NOVELA CONTEMPORÁNEA en el derecho y TEATRO en la parte posterior.


Según el periodista, crítico de arte y escritor José Francés, que escribió una crónica del acto en Nuevo Mundo, (24/01/1919) el monumento “tiene la serenidad, el equilibrio galdosianos; el sobrio estilo, la realista firmeza de las líneas, el parecido pasmoso donde alienta la vida que hay en esa muchedumbre de tipos españoles creados por el maestro”. Por su parte, Antonio Ballesteros de Martos, crítico de arte y periodista, escribió en la revista literaria Cervantes (enero, 1919) con motivo de la inauguración: “Victorio Macho ha sabido percatarse del alto valor del maestro, ha sabido adentrarse en el espíritu gigante del creador, y ha inmortalizado la venerable figura con todo lo que tiene de humana y todo lo que en ella misma hay de inmortal. Sin teatralidades, sin efectismos, con una soberana sencillez, Victorio Macho ha reproducido en piedra a Galdós, eliminando aquellos detalles que por su carácter material y accesorio pudieran empequeñecer la obra, y destacando con todo vigor, con verdadero ímpetu pasional lo sustantivo, lo característico, lo representativo, lo que hay de simbólico y de eterno en el hombre”.

Galdós acudió a la inauguración del monumento, ciego y enfermo, de hecho tuvo que guardar cama durante semanas para recuperarse del esfuerzo. El homenaje en este caso llegó justo a tiempo, ya que le quedaba al escritor canario menos de un año de vida. Galdós llegó al Retiro en coche acompañado del escultor entre vivas y aplausos de la multitud y a los sones de la banda municipal y se sentó a los pies del monumento mientras fumaba un puro. Entre los asistentes se encontraban los hermanos Álvarez Quintero, Ramón Pérez de Ayala, el exalcalde José Francos Rodríguez, el periodista Pedro de Répide, el cronista Diego San José y el doctor Tolosa Latour, gran amigo de Galdós y cuyo monumento se encuentra a pocos metros del erigido en honor del escritor canario. La prensa de la época destacó la ausencia de representantes del Gobierno de la Nación o de otras autoridades políticas, excepción hecha del Ayuntamiento de Madrid.


Tras retirar la bandera de España que cubría la escultura, Serafín Álvarez Quintero leyó unas líneas en honor al escritor sobre el pedestal del monumento, seguidas de un discurso del alcalde, Luis Garrido, que terminó besando la mano de Galdós en nombre de todo el pueblo de Madrid. Después de firmarse el acta correspondiente, la banda interpretó pasadobles y Galdós, emocionado tras recibir un ramo de flores de los niños del Colegio de Sordomudos y Ciegos, regresó en coche a su hogar seguido por sus fieles admiradores que le acompañaron hasta su casa de Argüelles.

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