El Museo Arqueológico Nacional ocupa un tercio del decimonónico Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, ubicado en la manzana delimitada por las calles de Serrano, Jorge Juan y Villanueva y el Paseo de Recoletos. La planta del Museo, que comparte el edificio con la Biblioteca Nacional, es un rectángulo alargado que cuenta con un núcleo central, donde se sitúa la escalinata de entrada flanqueada por esfinges, el vestíbulo neogriego, la escalera imperial y las salas nobles de la planta superior. A ambos lados se encuentran las alas, sur y norte, organizadas en torno a sendos patios.
Estos fueron concebidos en los primeros proyectos de Francisco Jareño como espacios abiertos, pero finalmente fueron cubiertos para aumentar la superficie expositiva. Cuando el Museo Arqueológico Nacional se inauguró en su actual ubicación, en 1895, en el patio sur se exponían las colecciones andalusíes en torno a una reproducción de la Fuente de los Leones de la Alhambra y el patio norte albergaba las colecciones romanas. Ruiz de Salces, el arquitecto que culminó la construcción del Palacio, había cubierto previamente estos espacios con unas novedosas cubiertas de hierro y vidrio, de gran belleza, pero poco funcionales, ya que originaron durante varias décadas graves problemas: goteras, descontrol térmico, polvo, etc.
En los años 30 del siglo XX, Luis Moya proyectó reformar los patios mediante la construcción de una galería perimetral de dos plantas, con un estilo inspirado en la arquitectura islámica y romana respectivamente, para mejorar las condiciones de estos espacios expositivos, pero este proyecto no llegó a realizarse, ya que se vio interrumpido por el estallido de la Guerra Civil. Nos quedan sus bellos diseños, conservados en el Archivo del Museo.
En la década de los 40 en el patio romano las columnas de hierro fueron sustituidas por pilares de fábrica y la cubierta de vidrio por una gran bóveda parcialmente acristalada y se construyó una galería perimetral. Pero el patio árabe se mantuvo hasta los años 50 en un estado calamitoso, hasta que se limpió y se reabrió como espacio expositivo.
Con la gran reforma de 1968-1982 se eliminaron las cubiertas y los patios dejaron de ser salas de exposición, fueron reducidos para permitir la circulación a su alrededor y su nivel fue rebajado hasta la planta -1, para permitir la iluminación de la salas de dicho sótano.
La actual reforma dirigida por Juan Pablo Rodríguez Frade ha vuelto a convertir los patios en espacios expositivos, el sur destinado a Roma y el norte a Protohistoria. Ambos mantienen el tamaño que tenían desde los años 70, pero recuperan la cota de los patios del siglo XIX, es decir, la del vestíbulo histórico. Las modernas cubiertas de acero y cristal permitirán que los patios vuelvan a ser parte fundamental de la exposición permanente del museo, como en sus orígenes, pero sin los defectos funcionales del pasado.
Patio sur del MAN el 12/01/2012 |
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