En aquella exposición, ya lejana,
descubrí un paisaje
que, desde entonces, no he dejado de habitar.
En él,
los signos son huellas
de un trance secreto.
Sobre un muro infranqueable
que se está deshaciendo,
el tiempo
es una encrucijada entre la vida y la muerte.
Sólo lo más humilde
trasciende
y, en silencio,
la materia se aparece sobrenatural
1 comentario:
Hermoso poema.
Yo también me pregunto si subo bajo o simplemente miro que es lo que hago. Porque, contemplo?
Nano
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