EL PLACER DE LA CULTURA

miércoles, 28 de enero de 2015

España según Richard Ford

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando expone 203 dibujos, la mayoría inéditos, realizados por el viajero, escritor y, claro está, dibujante Richard Ford (1796-1858). Sin embargo esta última faceta del romántico británico que viajó por España entre 1830 y 1833 es menos conocida que su fascinante Manual para viajeros por España y lectores en casa, verdadero clásico de la literatura de viajes del siglo XIX. Aquí radica el gran interés de esta muestra, que expone ilustraciones que pertenecen a los descendientes de Ford y, por tanto, desconocidos en su mayoría.

Se trata de dibujos a lápiz y tinta, junto a algunas acuarelas, que han sido seleccionadas por el comisario de la muestra, Francisco Javier Rodríguez Barberán, entre los más de 500 que forman la íntegra colección que Ford se llevó de regreso a su país y que su  familia ha conservado hasta hoy. Entre ellos hay también algunos dibujos de Harriet, la esposa de Ford, que le acompañó en su periplo hispano. Y se pueden ver asimismo un retrato de Ford, realizado por el pintor orientalista John Frederick Lewis, y un conocido triple retrato del viajero, obra de José Domínguez Bécquer, padre del poeta Gustavo Adolfo. Se expone también el pasaporte que obtuvo Ford del conde de España, por entonces el Capitán General de Cataluña y alguno de los álbumes que encargó el viajero londinense para guardar sus dibujos.

José Domínguez Bécquer. Triple retrato de Richard Ford como “majo serio” en la Feria de Mairena, 1832

Ford nos revela a través de sus dibujos y acuarelas, desde su óptica particular, cómo era aquella España de los últimos años de la Década Ominosa del reinado de Fernando VII. Podemos ver un país con los campos de batalla de la Guerra de la Independencia aún humeantes, pese al tiempo transcurrido, con edificios arruinados por las tropas napoleónicas, todavía sin reparar. Es un país agreste, detenido, como sus ruinas de un pasado glorioso, un país apaciblemente oriental, inmovilista. No se atisban si quiera en estas obras de Ford los profundos cambios que iban a transformar España en los cuarenta años siguientes.
 
Richard Ford. Acueducto de los Milagros en Mérida, 1831

En el inicio de la exposición puede leerse un texto extraído de su Manual que es muy significativo de la visión romántica de Ford sobre España: “Los (viajeros) que aspiran a lo romántico, lo poético, lo sentimental, lo artístico, lo antiguo, lo clásico, en una palabra a cualquier tema sublime y bello, encontrarán en el actual y el antiguo estado de España material suficiente si vagan con lápiz y cuaderno en ristre por este curioso país, que oscila entre Europa y África, entre la civilización y la barbarie”.

 

Richard Ford. Nicho en la entrada del Salón de los Embajadores en la Alhambra de Granada (Escena orientalista), s/d (1831-1833)
En la muestra podemos ver apuntes del natural, muy libres, propios de un dibujante aficionado pero hábil, que trata de trasladar al papel su mirada objetiva aunque no inocente. En este sentido se detiene en paisajes sublimes, como Montserrat, el Tajo de Ronda o Gibraltar, pero también en vistas generales de ciudades, detalles de su periferia, los monumentos del pasado romano, andalusí o medieval, las calles y las plazas, la vida cotidiana o los personajes. Algunas vistas repetidas por la fotografía posteriormente hasta la extenuación aparecen ya apuntadas en Ford, como la del mirador de San Nicolás de Granada. Un detalle didáctico y muy moderno lo apreciamos en algunas panorámicas de ciudades en las que escribe el nombre de los principales monumentos junto a su dibujo.

La exposición está organizada en torno a los itinerarios de Ford por España. Comienza por Granada y Sevilla, ciudades en las que vivió de manera más permanente, y donde realizó una buena parte de sus dibujos y acuarelas, con especial atención a los monumentos andalusíes. A continuación la muestra recoge las imágenes de los viajes realizados por Levante, desde Almería hasta Barcelona, la Ruta de la Plata y el centro de la Península (Madrid, Toledo, Salamanca, Segovia y Guadalajara). De este modo, Richard Ford sentó las bases de las rutas, con sus hitos monumentales y pintorescos, de lo que hoy llamamos “turismo cultural” en España. 

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