Dice Ramón Gómez de la Serna en
su Elucidario de Madrid que “El
Prado son los Campos Elíseos de Castilla, planicie de aire profundo, de honda
serenidad”. Y de esos Campos emergen tres maravillosas fuentes diseñadas
por el gran Ventura Rodríguez y dedicadas a Cibeles, Apolo y Neptuno. La que se
encuentra en el centro del Salón del Prado, la de Apolo o de las Cuatro
Estaciones, corazón físico y simbólico de la composición, “tiene cuerpo o tronco de panteón”, según Ramón. “Los mascarones por los que sale el agua
están bien, aunque es doloroso como ver un vómito de sangre ver echar a un
mascarón el agua por la boca”.
Fotografía de Eduardo Escudero. 2015
Según Gómez de la Serna “el agua de la fuente de Apolo cae en tres
conchas, conchas eternas hechas para soportar el agua de las fuentes como las
otras para soportar el agua del mar. En vez de agua parece que debía caer de
ellas besamel; pero su baba tiene un dulce de caramelo en que se mezcla el
encanto de los días de Madrid”.
Asegura Ramón que “ante esta fuente, Fígaro se detenía y veía
la perspectiva de las estaciones, sobre todo la de invierno, que representa el
mendigo de pantalones atados por debajo de la rodilla, como se los atan con una
cuerdecita los miserables para no perder el calor que guardan; atadura igual a
la que evita que se les salga la sustancia a los pellejos llenos de aceite o de
vino. Toda la estatua es invernal; hasta los racimos en piedra son racimos de
uvas heladas, uvas de invierno. Es la fuente del hombre con capa y con una copa
con brasas en la mano”.
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