En 1788 Johann Wolfgang Goethe
tuvo la oportunidad de visitar el lugar durante su decisivo viaje a Italia, lo
que le permitió escribir un importante artículo, publicado en 1817, del que
podemos leer una excelente traducción en el libro: J.W. Goethe. Escritos de arte.
Traducción, edición y notas de Miguel Salmerón. Síntesis, Madrid, 1999, p.
265-269. El escritor alemán vio la obra de Leonardo ya muy deteriorada a causa
de la poco ortodoxa técnica utilizada por el artista italiano para pintar sobre
el muro.
Johann Heinrich Wilhem Tischbein. Goethe en la campiña romana. 1787 Städel Museum , Fráncfort
En el citado artículo Goethe defiende
que el arte sólo llega a la perfección cuando es libre y obedece a sus propias
leyes, con la Última Cena pintada por Leonardo como ejemplo. El autor nacido en
Fráncfort alaba el talento del artista toscano a la hora de pintar el motivo en
un espacio como el refectorio milanés: “Es difícil concebir un motivo más apropiado
y noble para un refectorio que una cena de despedida a la que todo el mundo
acabaría considerando santa”. Y reflexiona: “A la hora de la comida
debía resultar interesante ver las mesas del prior y de Cristo en oposición
mutua y, encerrados entre ambas, a los frailes comiendo. Por esta razón fue un
acierto del pintor tomar como modelo las mesas de los frailes y tampoco hay
duda de que el mantel con sus pliegues, las rayas de su estampado, y sus
extremos abotonados procedían de la lavandería del convento. Las fuentes, los platos,
los vasos y demás vajilla eran probablemente copia de los que utilizaban los
frailes”.
Más adelante, Goethe subraya la expresividad y el
realismo de la escena pintada por Leonardo y señala que “el estímulo que
emplea el artista para que se agite en la mesa la santa y tranquila compañía
son las palabras del Maestro: “Uno de vosotros me entregará”. Las palabras han sido proferidas y toda la compañía
está desolada, pero Él tiene la cabeza inclinada y la mirada hundida, la
actitud, el movimiento de los brazos, de las manos, todo parece repetir con
celestial resignación las tristes palabras que el silencio mismo refuerza: “En
verdad os digo que uno de vosotros me entregará”. El escritor alemán explica también la composición de
la obra y la variedad de expresiones de los apóstoles, a los que analiza individualmente.
En este sentido, Goethe destaca la importancia del movimiento de las manos de
los personajes representados: “Éste sólo puede ser percibido por un
italiano. En su nación todo el cuerpo tiene vida: todas sus partes participan
en la expresión de los sentimientos, de la pasión, del pensamiento. Por medio de diversas posiciones y
movimientos de las manos el italiano da a entender frases como: “¡A mí que me importa!”,
“Vamos, hombre”, “Éste es un pícaro, cuidado con él”, “Ya no vivirá mucho”, “Ahí
está”, “El que oiga que me atienda”.
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