La consolidación de la monarquía astur durante el reinado de Alfonso II (791-842) tuvo su manifestación material más palpable en la construcción de una verdadera urbs regia, en Oviedo. Estaba formada por edificios ya existentes con anterioridad, algunos reconstruidos, y otros nuevos: el palatium de Alfonso II, la basílica de San Salvador, la iglesia-panteón dedicada a Santa María, el monasterio de San Vicente, el baptisterio dedicado a San Juan Bautista, la capilla relicario de la Cámara Santa y la iglesia de San Tirso, además de los edificios episcopales.
La torre de la catedral gótica de Oviedo, con la cabecera de la iglesia de San Tirso a la izquierda |
De todo el complejo sólo quedan algunos restos, algunos integrados en la catedral gótica, en especial, la Cámara Santa. De la iglesia original de San Tirso, muy próxima a la catedral, apenas se conserva el muro exterior del testero recto, construido con el aparejo de mampostería y sillarejo en las esquinas típico de la arquitectura astur, ya que un incendio en el siglo XVI destruyó la mayor parte del edificio, que además ya había sufrido diversas restauraciones. Llama la atención la presencia en la parte alta del muro de una ventana formada por tres arquitos de medio punto peraltados, de ladrillo, sobre columnas de piedra reutilizadas, con basas y capiteles corintios, los de los laterales romanos y los centrales del siglo IX siguiendo el modelo clásico. Los arcos están enmarcados por una sencilla moldura recta, que se conoce como alfiz. Dos piedras, a modo de ménsulas, colocadas sobre las esquinas del recuadro, se utilizarían como quicios para las puertecitas de madera que cerrarían la ventana.
Cabecera de la iglesia de San Tirso. Detalle del triple vano con alfiz |
Lo sorprendente es que el alfiz
es un elemento característico del arte andalusí, que no esperaríamos encontrar
en un edificio astur de principios del siglo IX. En al-Ándalus, el alfiz más
antiguo conservado lo encontramos en la remodelación de la llamada puerta de
San Esteban de la Mezquita de Córdoba, de tiempos del emir Muhammad I, fechada
por su inscripción entre los años 855 y 856. Es decir, el alfiz de San Tirso
sería anterior al primero conocido en la arquitectura andalusí.
Detalle de la Puerta de San Esteban de la Mezquita de Córdoba |
Por esa razón el triple vano de
San Tirso es todavía objeto de debate, ya que, si pensamos en una influencia
islámica, tendríamos que retrasar la fecha de la obra hasta el siglo X, cuando
encontramos en otros edificios asturianos, como, la iglesia de San Salvador de
Valdediós, de nuevo la presencia del alfiz, en este caso con una posible
relación con la llegada de mozárabes al reino astur en época de Alfonso III (866-910).
Ya Schlunk hace más de setenta años propuso que la triple ventana de San Tirso
podría haber sido de una restauración del siglo X sobre el muro de principios
del siglo IX.
Sin embargo, si seguimos
considerando que el alfiz se puede datar en el reinado de Alfonso II,
deberíamos concluir que no es un elemento exclusivo del arte islámico. Así lo
planteó Yarza, hace cuarenta años, de manera que el alfiz podría ser un
elemento hispano anterior a la presencia islámica en la Península, con origen,
aunque sea de manera marginal, en la arquitectura tardorromana y visigoda. El
descubrimiento de otro alfiz en la ventana superior del testero de Santa María
de Bendones, otra iglesia astur de la época de Alfonso II, parecería corroborar
esta hipótesis, pero no olvidemos que el edificio, que estaba en ruinas, se
reconstruyó a mediados del siglo XX mediante un trabajo que plantea algunas
dudas. Los ejemplos visigodos que se han señalado como precedentes del alfiz de
San Tirso no están tampoco nada claros. En cualquier caso, el triple vano de
San Tirso, con su alfiz, nos traslada a un pasado evocador, al oscuro mundo de
la Alta Edad Media en la Península Ibérica, oscuro por el escaso conocimiento
que tenemos de él, pero deslumbrante por su belleza sencilla, rudimentaria y
contundente.
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