EL PLACER DE LA CULTURA

jueves, 9 de febrero de 2012

Antoni Tàpies

En aquella exposición, ya lejana,

descubrí un paisaje

que, desde entonces, no he dejado de habitar.

En él,

los signos son huellas

de un trance secreto.

Sobre un muro infranqueable

que se está deshaciendo,

el tiempo

es una encrucijada entre la vida y la muerte.

Sólo lo más humilde

trasciende

y, en silencio,

la materia se aparece sobrenatural





1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermoso poema.
Yo también me pregunto si subo bajo o simplemente miro que es lo que hago. Porque, contemplo?
Nano