El rey visigodo Leovigildo fundó
en el año 578 una ciudad en el centro de la Península, a la que, en honor a su
hijo Recaredo, llamó Recópolis. El actual yacimiento arqueológico, muy bien
preparado para su visita, nos permite recrear el esplendor de una ciudad que
simbolizaba la unidad territorial del reino, lograda por Leovigildo, y el
proyecto de una nueva organización estatal, con el Imperio Bizantino como
modelo. Más información en:
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Ubicación del Parque Arqueológico de Recópolis (Guadalajara) |
Tras la llegada de los musulmanes
en el siglo VIII, Recópolis apenas modificó su estructura urbana, hecho
apreciable en la mayor parte de las ciudades andalusíes de la época. La ciudad
fue escenario de conflictos entre fuerzas autonomistas y centralistas, con los bereberes
Banū ‘Abdūs y los indígenas hispanos en un bando, y el Emirato de Córdoba en el
otro.
Finalmente, Recópolis fue
abandonada en las primeras décadas del siglo IX y la población pasó a un nuevo
asentamiento, muy próximo, pero en un lugar con mejor defensa natural: Zorita. La
antigua ciudad real visigoda pasó a ser cantera para la flamante fundación, que
se corresponde con la actual Zorita de los Canes; se situó en una elevación del
terreno, protegida por el río Tajo y el arroyo Badujo.
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Vista de Zorita de los Canes desde el camino de Recópolis |
El nacimiento de este enclave
militar tenemos que entenderlo en relación, por un lado, con la presión de
Ordoño I de León desde el norte, y, por otro, con las tendencias autonomistas
de la región; en ese sentido, el emir omeya Muhammad I procedió a la fundación
de varias fortificaciones en la región, además de Zorita: Madrid, Talamanca, Peñafora,
Calatrava, Olmos y Canales. Estos puntos estratégicos estaban muy relacionados
con la necesidad de defender las zonas fronterizas y servir de base a los
ejércitos emirales, así como para consolidar la capacidad fiscal del estado en
el territorio.
Zorita, la nueva fundación
islámica, fue un hito material en el fortalecimiento del poder emiral en época
de Muhammad I; no obstante el cronista andalusí Ibn Hayyān menciona una
rebelión en Zorita, protagonizada por Sulaymān b.‘Abdūs en el 868-869/255, poco
después de la creación del enclave fortificado, lo que demuestra la fragilidad
del control cordobés.
Zorita llegó a ser una de las
principales ciudades del centro de la Penísula en tiempos del Califato de
Córdoba, punto estratégico en el paso del río Tajo de los caminos que unían el
este y el centro. Y, por cierto, los Banū ‘Abdūs, siguen apareciendo, ahora
como gobernadores de la ciudad, en las fuentes históricas. En el siglo X se
consolidó como núcleo urbano, con la alcazaba como recinto fortificado y centro
del poder, dominante sobre el entorno. De la reforma del núcleo fortificado
original realizada seguramente por Abd al Rahman III en la primera mitad del
siglo X se conserva la puerta de entrada al recinto con un arco de herradura, situado
entre dos torres rectangulares. Posteriormente, en el siglo XIV, esta puerta
califal quedó parciamente oculta, como vemos en las fotografías, por arcos
apuntados góticos.
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Vista de la puerta occidental de la alcazaba de Zorita desde el exterior |
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Vista de la misma puerta desde el interior de la alcazaba |
También del siglo X se conservan
numerosos sillares del recinto de la alcazaba, especialmente en la parte
inferior de los muros. Se puede observar en distintas partes de la muralla de
la Alcazaba la presencia de estos sillares dispuestos a soga y tizón, es decir,
que se van alternando unos por su lado más largo (soga) y otros por el más corto (tizón), muy característicos del periodo califal.
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Detalle del muro de la alcazaba, donde podemos ver, sobre la roca viva, los sillares más antiguo, a soga y tizón, sobre los cuales se encuentran materiales más modernos
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La ciudad poseía su propia
muralla, más allá de la cual se ubicaban los arrabales; muy transformado,
permanece también en pie este segundo cinturón murado de Zorita del que apenas
en la parte inferior podemos apreciar sillares califales. La puerta principal de
la ciudad conserva dos capiteles visigodos procedentes de la cercana Recópolis.
Ha desaparecido sin embargo un puente califal sobre el Tajo, mencionado en las
crónicas andalusíes.
Tras la caída del Califato,
Zorita pasó a formar parte de uno de los principales reinos de Taifas, el de
los Banū Dīl-Nūn, que tenían su corte en Toledo. Todo el territorio del centro
peninsular, Zorita incluida, se incorporó al reino cristiano de Castilla en
torno a 1085. En los siglos posteriores, sobre todo en el XIII y en el XIV, Zorita,
bajo el dominio de la Orden de Calatrava, sufrió cambios importantes: el
castillo se reformó y se redujo de tamaño y en su interior se construyeron
nuevas dependencias, entre ellas una interesante iglesia románica tardía.
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Iglesia de la alcazaba de Zorita |