EL PLACER DE LA CULTURA

martes, 17 de septiembre de 2013

De Recópolis a Zorita de los Canes


El rey visigodo Leovigildo fundó en el año 578 una ciudad en el centro de la Península, a la que, en honor a su hijo Recaredo, llamó Recópolis. El actual yacimiento arqueológico, muy bien preparado para su visita, nos permite recrear el esplendor de una ciudad que simbolizaba la unidad territorial del reino, lograda por Leovigildo, y el proyecto de una nueva organización estatal, con el Imperio Bizantino como modelo. Más información en:


 

 

Ubicación del Parque Arqueológico de Recópolis (Guadalajara)


 Tras la llegada de los musulmanes en el siglo VIII, Recópolis apenas modificó su estructura urbana, hecho apreciable en la mayor parte de las ciudades andalusíes de la época. La ciudad fue escenario de conflictos entre fuerzas autonomistas y centralistas, con los bereberes Banū ‘Abdūs y los indígenas hispanos en un bando, y el Emirato de Córdoba en el otro.

Finalmente, Recópolis fue abandonada en las primeras décadas del siglo IX y la población pasó a un nuevo asentamiento, muy próximo, pero en un lugar con mejor defensa natural: Zorita. La antigua ciudad real visigoda pasó a ser cantera para la flamante fundación, que se corresponde con la actual Zorita de los Canes; se situó en una elevación del terreno, protegida por el río Tajo y el arroyo Badujo.

 

Vista de Zorita de los Canes desde el camino de Recópolis
 

El nacimiento de este enclave militar tenemos que entenderlo en relación, por un lado, con la presión de Ordoño I de León desde el norte, y, por otro, con las tendencias autonomistas de la región; en ese sentido, el emir omeya Muhammad I procedió a la fundación de varias fortificaciones en la región, además de Zorita: Madrid, Talamanca, Peñafora, Calatrava, Olmos y Canales. Estos puntos estratégicos estaban muy relacionados con la necesidad de defender las zonas fronterizas y servir de base a los ejércitos emirales, así como para consolidar la capacidad fiscal del estado en el territorio.

 Zorita, la nueva fundación islámica, fue un hito material en el fortalecimiento del poder emiral en época de Muhammad I; no obstante el cronista andalusí Ibn Hayyān menciona una rebelión en Zorita, protagonizada por Sulaymān b.‘Abdūs en el 868-869/255, poco después de la creación del enclave fortificado, lo que demuestra la fragilidad del control cordobés.

 Zorita llegó a ser una de las principales ciudades del centro de la Penísula en tiempos del Califato de Córdoba, punto estratégico en el paso del río Tajo de los caminos que unían el este y el centro. Y, por cierto, los Banū ‘Abdūs, siguen apareciendo, ahora como gobernadores de la ciudad, en las fuentes históricas. En el siglo X se consolidó como núcleo urbano, con la alcazaba como recinto fortificado y centro del poder, dominante sobre el entorno. De la reforma del núcleo fortificado original realizada seguramente por Abd al Rahman III en la primera mitad del siglo X se conserva la puerta de entrada al recinto con un arco de herradura, situado entre dos torres rectangulares. Posteriormente, en el siglo XIV, esta puerta califal quedó parciamente oculta, como vemos en las fotografías, por arcos apuntados góticos.

 

Vista de la puerta occidental de la alcazaba de Zorita desde el exterior
 
 

Vista de la misma puerta desde el interior de la alcazaba

 

También del siglo X se conservan numerosos sillares del recinto de la alcazaba, especialmente en la parte inferior de los muros. Se puede observar en distintas partes de la muralla de la Alcazaba la presencia de estos sillares dispuestos a soga y tizón, es decir, que se van alternando unos por su lado más largo (soga) y otros por el más corto (tizón), muy característicos del periodo califal.

 
 

Detalle del muro de la alcazaba, donde podemos ver, sobre la roca viva, los sillares más antiguo, a soga y tizón, sobre los cuales se encuentran materiales más modernos
 
La ciudad poseía su propia muralla, más allá de la cual se ubicaban los arrabales; muy transformado, permanece también en pie este segundo cinturón murado de Zorita del que apenas en la parte inferior podemos apreciar sillares califales. La puerta principal de la ciudad conserva dos capiteles visigodos procedentes de la cercana Recópolis. Ha desaparecido sin embargo un puente califal sobre el Tajo, mencionado en las crónicas andalusíes.

Tras la caída del Califato, Zorita pasó a formar parte de uno de los principales reinos de Taifas, el de los Banū Dīl-Nūn, que tenían su corte en Toledo. Todo el territorio del centro peninsular, Zorita incluida, se incorporó al reino cristiano de Castilla en torno a 1085. En los siglos posteriores, sobre todo en el XIII y en el XIV, Zorita, bajo el dominio de la Orden de Calatrava, sufrió cambios importantes: el castillo se reformó y se redujo de tamaño y en su interior se construyeron nuevas dependencias, entre ellas una interesante iglesia románica tardía.

 

Iglesia de la alcazaba de Zorita
 


 

 

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