En las proximidades del estanque se construyeron cabañas,
algunas incluso entre los árboles, habitadas por indígenas filipinos durante
todo el tiempo en que estuvo abierta la exposición. Navegaban
en piraguas por el lago y la ría, donde nadaban los caimanes, traídos también
al parecer de las islas.
De aquella exhibición, que tuvo un gran éxito,
nos queda sólo el Palacio de Cristal, que, pese a ser un edificio provisional
para albergar la muestra de botánica, permanece en pie casi 130 años después, y
el estanque, de forma irregular y contornos sinuosos. En él se encuentran
varios cipreses de los pantanos, con sus raíces y la parte inferior del tronco
sumergidas en el agua, pero fueron plantados en época posterior a la exposición
de 1887, ya en el siglo XX. Se trata de ejemplares de taxodiumdistichum,
conocidos como cipreses de los pantanos. En otoño el intenso color rojo ladrillo
de estos bellos árboles, junto con el amarillo de los castaños de indias que
rodean el estanque, su peculiar ubicación acuática, y el fondo arquitectónico y
ligero del Palacio confieren al lugar una inigualable belleza.
El ciprés de los pantanos es un árbol de hoja
caduca, de tronco grueso de corteza rojiza, ramas horizontales, copa irregular
y hojas suaves y planas, dispuestas en hileras y procede del sudeste de los
Estados Unidos. Pertenece a la familia de las taxodiáceas, por lo que es pariente
del famoso ahuehete del Parterre, situado en el mismo parque del Retiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario