Michael Joseph Quin (1796 –1843)
fue un jurista, escritor, periodista, editor y viajero irlandés, que visitó
España durante el Trienio liberal. Escribió sus experiencias en el Morning
Herald londinense, más tarde publicadas en forma de libro con el título A
Visit to Spain.
También tradujo al inglés las memorias de Fernando VII dos años después de su
visita a España. El éxito de su primer libro de viajes, que contó con una
segunda edición en inglés y una traducción al alemán, le impulsó a realizar otros
periplos por distintas regiones europeas y a publicar los correspondientes relatos
de los mismos.
Quin partió de Londres en octubre
de 1822, cruzó el Canal de la Mancha, atravesó Francia y el 15 de noviembre
cruzó la frontera de Bayona. El día 24 llegó a Madrid, donde permaneció hasta
el 26 de marzo del año siguiente, fecha en la que comenzó una gira por
Andalucía. El 25 de abril de 1823 inició su viaje de regreso desde Madrid y
prácticamente se cruzó por el camino con los Cien Mil Hijos de San Luis.
A continuación incluimos un fragmento del relato de Quin, correspondiente a la descripción de la celebración de la Noche Buena en Madrid en aquel lejano 1822, según traducción de Hugh Thomas (Antología de Madrid. Selección e introducción de Hugh Thomas. Gadir Editorial. Madrid, 2004 ( 1ª. ed. 1988)). El texto incorpora la mirada del viajero sobre la festividad popular que tenía lugar durante la tarde y la noche del 24 de diciembre, con protagonismo de panderetas y otros instrumentos, y se refiere, sin nombrarlo al mercado de las plazas de Provincia y de Santa Cruz, donde la gente los adquiría, así como a la Misa del gallo y su peculiar celebración musical:
La Navidad se sigue celebrando en Madrid del mismo modo que un siglo
atrás. La víspera de ese día todavía no ha anochecido cuando grupos de hombres,
mujeres y niños recorren las calles con antorchas, muchos de ellos armados con
panderetas que hacen sonar con energía mientras avanzan en una especie de procesión
que tiene algo de bacanal. Una tradición local afirma que los pastores que visitaron
Belén el día de la Natividad llevaban instrumentos parecidos, con los que
expresaban el sentimiento de alegría que los embargaba por haber recibido la
nueva del nacimiento del Salvador. De ahí que semanas antes de Navidad se
celebre una feria en Madrid en la que casi la única mercancía son las panderetas,
y todas las familias, al menos las más humildes, creen que deben tener una. Si
los más jóvenes no salen a recorrer las calles con ellas, las tocan en sus
casas, a veces acompañados pro la guitarra, y pasan la noche entera bailando al
son de esas panderetas o de otro instrumento al que llaman zambomba.
A las doce de la noche, en todas las iglesias se celebra la misa del
gallo. En cuanto suenan las doce campanadas, el sacerdote sale de la sacristía
ya revestido y se acerca al altar, iluminado y preparado para la ocasión. El
órgano entona un himno de júbilo y empieza la misa. Durante la ceremonia se interpretan
varias piezas de música nacional, en particular la que lleva el nombre de
muñeira, que es una bonita y antigua composición. Pero lo más sobresaliente de
esta ceremonia son los grupos de gente que tal vez llevan horas recorriendo las
calles y que entran con sus guitarras y panderetas en las iglesias, y acompañan
con sus instrumentos las melodías del órgano.
Jesús Evaristo Casariego. Mercado de Navidades en la Plaza Mayor de Madrid.
1836
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