EL PLACER DE LA CULTURA

sábado, 30 de noviembre de 2019

El tejo de Barondillo

El tejo (taxus baccata) es un árbol singular, de extraña belleza y origen muy primitivo. Su tronco es grueso, de madera dura y corteza delgada. La copa suele presentar forma piramidal o cónica, pero con desarrollo desigual y muchas de sus ramas se extienden en horizontal. Sus hojas aciculares son perennes, dispuestas en dos hileras, de color verde oscuro, y sus frutos son de un rojo intenso.

Foto de Martín Juez García: instagram.com/axoloty.cr2

Es un árbol muy longevo, de gran valor ecológico y cultural. Su madera resistente, apreciada para fabricar herramientas y armas, sus propiedades medicinales y la toxicidad que representa para el ganado han ido a lo largo de los siglos provocando su desaparición paulatina. No obstante, en España el tejo se encuentra en casi todas las cadenas montañosas peninsulares y de Mallorca, pero especialmente se localiza en la mitad septentrional. Raramente forma bosques en los que sea el árbol dominante, aunque en el norte peninsular sí se hallan algunas tejeras; casi siempre se ubica en formaciones donde prevalecen otras especies, como hayas, robles, abetos o pinos.

Foto de Martín Juez García: instagram.com/axoloty.cr2

Su longevidad y su imagen poderosa han atraído a los seres humanos desde tiempos inmemoriales. El tejo es protagonista de leyendas y relatos míticos y se le ha asignado frecuentemente un carácter emblemático o identitario. Pese a ser un árbol tóxico, o precisamente por ello, ha sido considerado una especie sagrada en muchas culturas y ha tenido estrecha relación con la realeza. Muchos tejos, en España y en otros lugares del mundo, han sido testigos de actos políticos, reuniones de vecinos, acuerdos, celebraciones y juegos. Junto a ellos se han construido dólmenes y más tarde ermitas o iglesias.

Foto de Martín Juez García: instagram.com/axoloty.cr2

En la Comunidad de Madrid los tejos están protegidos por el Decreto 22/1985 y una docena de ellos se encuentran entre los árboles singulares señalados en el Decreto 18/1992. Los podemos hallar generalmente aislados en los barrancos más umbríos de Somosierra, Montejo, Miraflores, la Pedriza, Canencia, el valle de la Fuenfría y el del Lozoya. En este último se localiza el más antiguo de los tejos madrileños y, tal vez el más viejo de todos los árboles de la sierra de Guadarrama, concretamente junto al arroyo de Barondillo, que también recibe los nombres de Valhondillo o Vahondillo. Está situado en el término municipal de Rascafría, pero lejos del núcleo urbano, en un lugar recóndito.

Foto de Martín Juez García: instagram.com/axoloty.cr2

Se trata de un verdadero monumento vegetal, ubicado en un bosque de pinos silvestres, algunos acebos y robles y un buen número de tejos. Se encuentra a más de 1600 m. sobre el nivel del mar y se le calcula una edad aproximada de entre 1.500 y 1.800 años. El perímetro de su tronco, deslavazado y retorcido, oscila entre los 9 y 10 metros, de manera que es uno de los más gruesos de la Península Ibérica y con su irregular copa alcanza los 8 metros de altura. Ojalá permanezca en pie muchos más años, arraigado con fuerza en el valle, este gran ejemplo del patrimonio natural de Madrid.

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