EL PLACER DE LA CULTURA

lunes, 9 de septiembre de 2013

Un mausoleo neoegipcio en el Cementerio Británico de Madrid


Entre los historicismos de los siglos XIX y XX, es decir, los estilos arquitectónicos que imitan o evocan de manera ecléctica y libre las formas del pasado, destaca por su llamativo exotismo la arquitectura neoegipcia. La fracasada campaña de Napoleón en Egipto entre 1798 y 1801, puso al alcance de la mano de los europeos las maravillas ocultas del país del Nilo, dio un gran impulso a la Egiptología, pero también inició una moda que se reflejó en la arquitectura del viejo continente. A partir de entonces se realizaron en todo el mundo imitaciones casi arqueológicas junto a otras verdaderamente delirantes, resultados armónicos y otros que cayeron en el kitsch más estridente.

En España no son muy numeroso los ejemplos que podemos asociar a esta egiptomanía, y en ocasiones se limitan a ciertos detalles arquitectónicos, tanto en edificios historicistas eclécticos como en obras de estilos más innovadores, como el art-decó. Los encontramos a lo largo de todo el siglo XIX y en la primera mitad del XX. La vinculación casi automática que hacemos entre el antiguo Egipto y el mundo funerario explica que los ejemplos más destacados los hallemos en algunos mausoleos, como el de la familia García Nieto en el Cementerio de San Lorenzo de Madrid o el de los Llovera en el Cementerio General de Valencia.

Posiblemente el más interesante lo encontramos en el Cementerio Británico de Madrid. Este camposanto, creado, tras años de negociación entre el Gobierno de Gran Bretaña y el Ayuntamiento de Madrid, en 1854, se encuentra en la actual calle del Comandante Fontanes, muy cerca de la calle del General Ricardos, y conserva su estilo inglés.





El cementerio nació para enterrar a los cristianos no católicos, que no eran admitidos en aquellos tiempos en las necrópolis existentes, y estaba gestionado por residentes británicos en Madrid. Con el paso de los años se fue dando sepultura también a personas de otras nacionalidades y credos, como luteranos, ortodoxos y judíos, que tenían prohibido enterrarse en cementerios civiles. Para más información: http://www.britishcemeterymadrid.com/spanish/index.php


 Destaca en el pequeño Cementerio Británico el panteón de los Bauer, construido en 1907 por Fernando Arbós y Tremanti. Es de forma cúbica y está coronado por una pirámide y sus pilastras, columnas, capiteles (palmiformes y campaniformes), su cornisa en forma de gola, sus formas arquitrabadas, sus relieves y detalles decorativos remiten indiscutiblemente a la arquitectura egipcia, dentro de un armónico eclecticismo, propio de Arbós. El juego de volúmenes, la riqueza de pilastras, cornisas, molduras y remates, la planitud del relieve y la asimetría de los detalles ornamentales nos sitúan ante una muy interesante y personal versión de la egiptomanía de principios del siglo XX.



Fernando Arbós, nacido en Roma y de madre italiana y padre español, es el autor de destacados edificios en Madrid, como la Sala de las Alhajas de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, en la madrileña plaza de San Martín, o las sucursales de la misma entidad en la calle de Eloy Gonzalo y de la ronda de Valencia, hoy Casa Encendida. También realizó el cementerio del Este, y el conjunto del Panteón de Hombres Ilustres y la Real Basílica de Atocha, construido parcialmente, y la iglesia de San Manuel y San Benito. Asimismo fue arquitecto del Museo del Prado y en él realizó importantes reformas y ampliaciones.




Arbós fue contratado por los Bauer, familia judía de origen centroeuropeo, para erigir su panteón funerario. Fueron agentes de los Rotshchild en España desde mediados del siglo XIX y gestionaron sus inversiones en empresas como Minas de Riotinto, Minas de Peñarroya o el Ferrocarril Madrid-Zaragoza-Alicante. También trabajaron para el gobierno español, especialmente durante la Restauración borbónica, para quien obtuvieron financiación en el exterior. En tres generaciones alcanzaron una gran riqueza e influencia en España; su palacio de la calle de San Bernardo de Madrid (actual nº 44) o la finca de El Capricho, que compraron a finales del siglo XIX a los Osuna, son buenas muestras de su poder.

2 comentarios:

Paco Lorca dijo...

Toda un hallazgo el haberos descubierto: Cultura con mayúsculas. Gracias

Oliva dijo...

Lo visitare.
Gracias por darlo a conocer.