Giovanni Domenico Olivieri,
nacido en 1708 nada menos que en Carrara, fue uno de los más destacados escultores
extranjeros de las cortes de Felipe V y Fernando VI. Se le considera uno de los
principales responsables de la creación de un nuevo lenguaje cortesano, en la
línea de un Barroco tardío internacional, que pretendía satisfacer las
necesidades de las grandes iniciativas artísticas de los Borbones, la nueva
dinastía en el poder. Tras una exitosa etapa inicial en el norte de Italia
llegó a Madrid por recomendación de Sacchetti, arquitecto del Palacio Real, y
en 1740 fue designado escultor del rey para dirigir la decoración de dicho
edificio. Poco después puso en marcha una academia en su propia casa, origen de
la Real de Bellas Artes, de la que el propio Olivieri llegó a ser su primer
director de arquitectura.
Vista de la fachada
de Santa Bárbara cubierta de andamios
Vista del andamio a la altura del medallón
Fotografía de Eduardo Escudero
Vista del andamio a la altura del medallón
Fotografía de Eduardo Escudero
Ya en época de Fernando VI recibió
otro importante encargo de la Corona: la dirección escultórica del Real
Convento de la Visitación, o de las Salesas, gran proyecto impulsado por la
reina Bárbara de Braganza. Uno de sus mejores trabajos en el edificio lo
encontramos en el medallón que se halla en el centro de la fachada de la actual
Parroquia de Santa Bárbara, en origen iglesia del convento, que actualmente se
puede observar muy de cerca gracias al programa de visitas guiadas Abierto por Obras,
con motivo de la restauración que se está llevando a cabo en el edificio.
El tema procede de los Evangelios
de San Lucas y los apócrifos: a la izquierda vemos a la Virgen María y a la
derecha a su prima Santa Isabel, embarazadas ambas milagrosamente,
respectivamente de Jesús y de Juan el Bautista; en segundo plano aparece
Zacarías, el esposo de Isabel, testigo del saludo entre las mujeres, y San
José, en un plano más lejano, pese a que en el texto de Lucas nada se dice
sobre los hombres. La dedicación del convento a la Visitación sin duda tiene
que ver con la imposibilidad de la reina de concebir hijos.
Detalle más cercano del tondo
Detalle con la Virgen y Santa Isabel
Fotografía de Eduardo Escudero
Sorprende el gran virtuosismo de
Olivieri en el trabajo con el mármol, con detalles que sólo se pueden apreciar
desde el andamio que se ha construido para llevar a cabo la restauración de la
fachada. La composición del medallón es sencilla y solemne, las figuras monumentales
y clásicas y sobresale la ampulosidad y riqueza de sus ropajes, elementos todos
ellos característicos del escultor italiano. Tal vez lo más llamativo cuando
vemos el tondo desde cerca es el magnífico estudio de perspectiva conseguido a
través de los distintos grados de relieve de las figuras y del cuidado marco
arquitectónico en bajorrelieve del fondo. Sorprende sobre todo que algunos
pormenores son invisibles desde el suelo, como si estuvieran hechos sólo para
Dios (y ahora también para los visitantes de Abierto por Obras).
La fachada, con el medallón en el centro, antes de empezar la restauración
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