Entre la calle Serrano y el paseo de la Castellana se alzaron en el último tercio del siglo XIX una serie de imponentes palacios rodeados de vegetación, de los que nada queda. Entre ellos destacaba el llamado de La Huerta, propiedad del financiero y diplomático José Joaquín de Osma, marqués de la Puente y Sotomayor.
El suntuoso palacio de cuatro plantas fue construido entre frondosos jardines a principios de los años 80 del siglo XIX, en una finca, que, como vemos en el Plano Parcelario de Madrid de Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero de 1874 (hemos señalado en verde su ubicación), cerraba la calle Serrano por el norte. Sin embargo, en los últimos años del siglo XIX, cedió una parte de sus jardines para que Serrano pudiera prolongarse hasta López de Hoyos.
Osma regaló la finca a su hija Joaquina cuando ésta contrajo matrimonio en 1887 con el gran político conservador Cánovas del Castillo. En La Huerta vivió el matrimonio hasta el asesinato del entonces primer ministro en 1897, cuando se instaló en el palacio la capilla ardiente, y el fallecimiento de la viuda en 1901.
Llegada del cadáver de Cánovas a La Huerta Fotografía de La Ilustración española y americana (15/08/1897) |
La Huerta fue el escenario de los consejos de ministros presididos por Cánovas y de sus famosas tertulias y en ella se encontraba su magnífica biblioteca. Estaba adornada con obras de Benlliure, Sorolla, Muñoz Degrain, Moreno Carbonero y otros artistas de la época.
Entrada principal de La Huerta. Fotografía de La Ilustración Española y Americana (22/08/1897) |
Vista aérea de La Huerta. Fotografía de Crónica (22/11/1931) |
La Galería, en el interior del palacio de La Huerta Fotografía de La Ilustración Española y Americana (22/08/1897) |
Tras la muerte de doña Joaquina, el palacio pasó a la marquesa de Argüelles y posteriormente estuvo a punto de ser la residencia del presidente de la II República. El palacio y el jardín siguieron existiendo hasta 1949, cuando fue comprado y derribado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
En efecto, entre 1950 y 1955, construyeron en el solar de La Huerta la Embajada de los Estados Unidos dos arquitectos norteamericanos, Leland W. King y Ernest Warlon, bajo la dirección de Mariano Díaz-Cañabate. Este edificio causó un gran impacto en su época por su radical modernidad y por su ubicación entre Serrano y la Castellana en forma de gran bloque aislado de 8 plantas, rodeado aún de palacetes y hoteles. Fue uno de los más antiguos ejemplos de la masiva sustitución de estos edificios decimonónicos por modernas construcciones y una de las primeras edificaciones madrileñas que responden a las características del llamado estilo internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario