Al pie de la sierra de Guadarrama, sobre un promontorio granítico a casi 900 m de altitud, muy cerca del kilómetro 29 de la autovía del Noroeste, se alza una atalaya andalusí de casi 11 m. de altura. Hace un siglo, cuando la construcción estaba en estado ruinoso, se realizó una reconstrucción en la que se abrieron las ventanas y se coronó con almenas, dándole su aspecto actual.
Se encuentra en el término municipal de Torrelodones, a poca distancia
del pueblo, en la Comunidad de Madrid. De hecho, podemos considerar que la
atalaya fue la razón del origen de la localidad
actual, ya que, a sus pies, a finales de la Edad Media, se abrió, al parecer,
una venta en el camino, que fue el germen de un pequeño núcleo que en el siglo
XVI acabó configurándose como villa. No en vano, la atalaya sigue siendo
emblema y símbolo de Torrelodones.
Los
arqueólogos Pablo Schnell y Miguel Ángel Bru han encontrado restos de cerámica
andalusí, de cocina y de transporte, en los alrededores, lo que confirmaría su
datación entre el siglo IX y XI. La atalaya de Torrelodones formaba parte del
sistema defensivo de la Marca Media andalusí en época omeya. Junto con otra
conocida como la Torrecilla, de la que quedan muy pocos restos y ubicada en un
recinto militar, y otras desaparecidas, ejercía la vigilancia del camino hacia
la sierra de Guadarrama, por donde hoy se despliega la citada autovía A-6. Seguramente este
era el camino que llevaba hasta el Balat
Humayd, o puerto de Tablada, que conducía hasta la Meseta Norte.
Con señales de humo o con espejos, los soldados enviaban
mensajes de alerta desde una torre a otra, formando redes de comunicación entre
las ciudades. Schnell y Bru plantean incluso que la
atalaya de Torrelodones no sólo controlaba en época andalusí el camino hacia la sierra, sino
también valles como el del Jarama e incluso que podría tener conexión visual con
Mayrit. Pero también las atalayas servían para articular el territorio y dominar visualmente a los habitantes de la
zona y a los caminantes, por lo que transmitían una eficaz imagen del poder
omeya.
Se
trata de una torre de planta circular, junto a la que se construyó en época
posterior al periodo andalusí un anexo de forma rectangular, tal vez de finales
de la Edad Media. La atalaya, cimentada sobre la roca, presenta fábrica de
sillarejo irregular de granito. La puerta está elevada y el interior es macizo
hasta la altura del acceso y desde ahí hacia arriba está hueca. Originalmente contaba
sencillos pisos de madera que permitían subir hasta la parte superior para
ejercer la vigilancia. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1983.