EL PLACER DE LA CULTURA

domingo, 13 de agosto de 2023

La atalaya andalusí de Torrelodones

Al pie de la sierra de Guadarrama, sobre un promontorio granítico a casi 900 m de altitud, muy cerca del kilómetro 29 de la autovía del Noroeste, se alza una atalaya andalusí de casi 11 m. de altura. Hace un siglo, cuando la construcción estaba en estado ruinoso, se realizó una reconstrucción en la que se abrieron las ventanas y se coronó con almenas, dándole su aspecto actual.

Se encuentra en el término municipal de Torrelodones, a poca distancia del pueblo, en la Comunidad de Madrid. De hecho, podemos considerar que la atalaya fue la razón del origen de la localidad actual, ya que, a sus pies, a finales de la Edad Media, se abrió, al parecer, una venta en el camino, que fue el germen de un pequeño núcleo que en el siglo XVI acabó configurándose como villa. No en vano, la atalaya sigue siendo emblema y símbolo de Torrelodones.

Los arqueólogos Pablo Schnell y Miguel Ángel Bru han encontrado restos de cerámica andalusí, de cocina y de transporte, en los alrededores, lo que confirmaría su datación entre el siglo IX y XI. La atalaya de Torrelodones formaba parte del sistema defensivo de la Marca Media andalusí en época omeya. Junto con otra conocida como la Torrecilla, de la que quedan muy pocos restos y ubicada en un recinto militar, y otras desaparecidas, ejercía la vigilancia del camino hacia la sierra de Guadarrama, por donde hoy se despliega la citada autovía A-6. Seguramente este era el camino que llevaba hasta el Balat Humayd, o puerto de Tablada, que conducía hasta la Meseta Norte.

Con señales de humo o con espejos, los soldados enviaban mensajes de alerta desde una torre a otra, formando redes de comunicación entre las ciudades. Schnell y Bru plantean incluso que la atalaya de Torrelodones no sólo controlaba en época andalusí el camino hacia la sierra, sino también valles como el del Jarama e incluso que podría tener conexión visual con Mayrit. Pero también las atalayas servían para articular el territorio y dominar visualmente a los habitantes de la zona y a los caminantes, por lo que transmitían una eficaz imagen del poder omeya.

Se trata de una torre de planta circular, junto a la que se construyó en época posterior al periodo andalusí un anexo de forma rectangular, tal vez de finales de la Edad Media. La atalaya, cimentada sobre la roca, presenta fábrica de sillarejo irregular de granito. La puerta está elevada y el interior es macizo hasta la altura del acceso y desde ahí hacia arriba está hueca. Originalmente contaba sencillos pisos de madera que permitían subir hasta la parte superior para ejercer la vigilancia. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1983.