EL PLACER DE LA CULTURA

lunes, 26 de diciembre de 2016

Parece un Renoir

En la exposición Renoir. Intimidad, que tiene lugar en el Museo Thyssen, podemos ver un buen número de mujeres que leen. Por ejemplo, la señora Monet vestida a la turca y recostada en un sofá apenas pintado. O una joven burguesa que lee el periódico apoyada sobre el hombro de su compañero. O una mujer envuelta en muselina que toca el piano y lee, por tanto, la partitura. O dos parejas de niñas que comparten un libro. O Gabrielle, la niñera, modelo, enfermera y confidente de Renoir. El de las lectoras es, sin dudas uno de los temas favoritos del maestro francés, al que interesaban los personajes absortos en una actividad, concentrados en ella. De esta manera, el espectador, como dice Guillermo Solana, comisario de la muestra, puede asomarse a su intimidad.

Pierre-Auguste Renoir. Gabrielle leyendo. 1906. Óleo sobre lienzo
Staatliche Kunsthalle Karlsruhe

Otro de los temas favoritos de Renoir es el desnudo femenino, género clásico de la pintura occidental practicado por el maestro a lo largo de toda su carrera, incluso en contra de los Impresionistas que lo rechazaban por considerarlo académico. En la exposición podemos disfrutar de un buen número de cuadros que nos muestran a monumentales y rotundas mujeres en la naturaleza o en interiores, que están a punto de bañarse, que se están desnudando o vistiendo, que se arreglan el cabello o que simplemente posan. Se trata de las famosas bañistas de Renoir, un amplio conjunto de obras concebidas para que el espectador espíe la intimidad femenina. 

Pierre Auguste Renoir. Las Bañistas. 1918-19. Óleo sobre lienzo. Detalle
París, Musée d'Orsay 

Una de las joyas del Museo Lázaro Galdiano es un pequeño pero cautivador óleo de Goya, realizado en los últimos años del siglo XVIII, es decir la época en la que el pintor aragonés llevó a cabo su espléndido trabajo en San Antonio de la Florida. Esta obra aúna los temas de la lectora y del desnudo femenino, tratados después por Renoir. Representa a una mujer, de rostro redondeado, mejillas sonrosadas y larga cabellera rubia, absorta en la lectura de un libro. Los dos brazos tienen un gran protagonismo en el cuadro, porque el derecho sirve de apoyo a la cabeza, en el gesto iconográfico de la melancolía, y el antebrazo izquierdo cubre por completo, acaricia, toda la superficie del libro. La forma de los brazos dibuja un rombo con la cabellera que cae sobre la espalda; la cabeza de la mujer sería el vértice superior del rombo.

Francisco de Goya. Magdalena penitente. 1797-1800. Óleo sobre lienzo.
Museo de la Fundación Lázaro Galdiano

Sus formas rotundas, la luminosidad de la piel, la sensualidad y la poesía de esta imagen nos recuerda a los desnudos que podemos ver en la última sala de la aludida exposición del Museo Thyssen, la de las bañistas. Hay que fijarse bien para descubrir que el libro se apoya sobre una calavera y que al fondo a la izquierda se alza una esquemática cruz en el brumoso paisaje. Todo ello nos permite concluir que la sensual mujer es la Magdalena penitente, aunque falte uno de los elementos habituales de su iconografía: el frasco de perfumes. Como señaló Camón Aznar, primer director del Museo Lázaro, esta sorprendente y cautivadora obra de Goya “parece un Renoir”. 

sábado, 3 de diciembre de 2016

Las estatuas de Madrid se mueven: la Libertad

La estatua de la Libertad de Madrid, algo más pequeña que la neoyorquina, pero también más antigua, es otra de las esculturas de nuestra ciudad que ha sufrido un traslado, no muy largo, pero dificultoso, con las vías del ferrocarril como obstáculo.

La estatua se alza sobre un templete que acoge los restos de un grupo de políticos liberales progresistas del siglo XIX: Argüelles, Calatrava, Mendizábal, Muñoz Torrero, Martínez de la Rosa y Olózaga. El pabellón funerario fue construido por Federico Aparici en 1857 y está coronado por la escultura del aragonés Ponciano Ponzano que representa a la Libertad. Cuenta también con tres estatuas de Sabino Medina en el perímetro del templete que representan La Pureza, el Gobierno y la Reforma.


El mausoleo se ubicó originalmente en el desparecido cementerio de San Nicolás, situado en el encuentro de las actuales calles de Méndez Álvaro y Áncora, en el barrio de Delicias. Fue trasladado al Panteón de Hombres IIustres en 1912, por iniciativa de Canalejas y por la insistencia de Romanones y pese a la oposición de Alfonso XIII, descontento con la presencia de hombres que contribuyeron a erosionar el poder real en un lugar que simbolizaba la preeminencia de la monarquía y exaltaba la Restauración Borbónica. El templete se encuentra en un ángulo del jardín del claustro, una ubicación que no favorece ni al edificio trasladado ni al que lo acoge.