EL PLACER DE LA CULTURA

miércoles, 27 de enero de 2016

Lo que queda del Madrid Moderno


Muy cerca de la Plaza de Toros de las Ventas, en un sector actualmente delimitado por las calles Ruiz Perelló, Cardenal Belluga, Roma, Cartagena, Francisco Navacerrada y Campanar y la avenida de los Toreros,  subsisten algunas edificaciones de una colonia residencial centenaria: El Madrid Moderno. Fue promovida en torno a 1890 por el abogado y político Mariano Santos Pinela, propietario de los terrenos, con la dirección del arquitecto Julián Marín.

Hoteles que subsisten al final de la calle Roma
 
Se comenzaron a construir más de 60 viviendas unifamiliares adosadas, que seguían el modelo ideado por el arquitecto Mariano Belmás, colaborador de Arturo Soria en la Ciudad Lineal. Pero el Ayuntamiento de Madrid detuvo las obras en 1891 porque carecían de la preceptiva licencia. Después de dos años de conflictos administrativos, un nuevo propietario adquirió la promoción y la amplió a casi 100 hotelitos. Se trata de Francisco Navacerrada, que da nombre a una de las calles de la colonia, y que la bautizó con la denominación de El Madrid Moderno.

 

Casas de la casa Francisco Navacerrada
  Mauricio Martínez Calonge firmó en 1894 el proyecto arquitectónico que dio finalización a los trabajos. Los edificios, de arquitectura sencilla pero digna, estaban destinados a personas de clases medias y se concebían como segunda residencia para días festivos y vacaciones. También se creó un espacio recreativo, llamado Parque Rusia, con un salón neoárabe erigido por Mariano Belmás y una montaña rusa. El barrio disponía de buenos equipamientos e instalaciones y poco a poco las casas fueron siendo adquiridas por una burguesía media alta, a la que en principio no estaban destinadas.
Detalle del Plano de Madrid, de Facundo Cañada (1900)
Las casas contaban con tres alturas: sótano, bajo y principal. La mayor parte tenían planta en forma de L en torno a un patio interior, pero existían otros modelos. Sus fachadas estaban retranqueadas, excepto los pintorescos miradores de madera acristalados sobre las entradas que servían de soportales.

Hotelitos de la calle Francisco Navacerrada
 
Las edificaciones de la primera fase de construcción, obra de Julián Marín, presentaban un estilo que podemos calificar de neomudéjar, con ladrillos de dos colores y decoración cerámica. Agrupadas en hileras, se remataban en las esquinas con pintorescos torreones circulares, como el que se conserva en el encuentro de las calles Castelar y Cardenal Belluga.

Hotelito de estilo “neomudéjar” en la calle Francisco Navacerrada
 

Construcción en la esquina de las calles Castelar y Cardenal Belluga
 En una promoción posterior, ya a principios del siglo XX, el arquitecto Valentín Roca, autor de numerosos edificios en el Madrid de la época, dotó a los hoteles de paneles decorativos con motivos vegetales y vistosos chapiteles coronando los capiteles, con una estética próxima al modernismo. También otros muchos importantes arquitectos de la época intervinieron en El Madrid Moderno junto a Roca e incluso posteriormente se siguieron levantando nuevas casitas adosadas, hoteles aislados e incluso edificios plurifamiliares hasta los años 30 del siglo pasado.
 

Casitas de estilo “modernista” en la calle Roma
 
Actualmente son muy pocos los edificios de la antigua colonia que siguen en pie, y algunos de ellos están a punto de ser derribados.
 

Casa en el nº 3 de la calle Francisco Navacerrada

 
Casa en el nº 30 en la calle Roma
 
Casa en el nº 14 de la calle Roma
 


 

martes, 5 de enero de 2016

Cien años de bibliotecas públicas madrileñas


Las bibliotecas públicas, abiertas a todos, han sido y siguen siendo fundamentales como agentes activos para la educación de la sociedad. Aunque su influencia sea difícilmente cuantificable, son espacios imprescindibles y nuestra vida sería muy diferente sin ellas.

Su misión histórica es la de ser mediadoras en la lectura, puentes de acceso a la cultura, la formación y el ocio inteligente del ciudadano. El 18 de noviembre de 2015 se inauguró en la Sala El Águila la exposición ‘Leyendo Madrid: 100 años de bibliotecas públicas’, con la que la Comunidad de Madrid analiza y celebra el centenario de las bibliotecas madrileñas. Sus comisarias, Marina Navarro Álvarez y Belinda Yúfera Rodríguez han realizado un excelente trabajo, como podrá comprobar quien se acerca hasta el número 3 de la calle Ramírez de Prado antes del domingo 24 de enero.

 

Las bibliotecas han evolucionado al ritmo de la sociedad a lo largo de estos cien años que ahora se cumplen desde la inauguración de la primera en el distrito de Chamberí, la cual sigue abierta para los lectores, hoy con el nombre de Ruiz Egea. De los 3.000 ejemplares con que contaban las bibliotecas en su origen hemos pasado a los casi dos millones de documentos en la actualidad.En esta evolución se ha transitado desde la titularidad pública a la autonómica. Las bibliotecas han superado dificultades enormes y situaciones muy difíciles. Sus colecciones se han ido haciendo más complejas, con formatos más variados, y se han hecho más accesibles.

Las bibliotecas han ido evolucionando con sus usuarios, se han adaptado a los cambios sociales y culturales, pero también han sido motor de transformaciones fundamentales. Un ejemplo lo encontramos en el protagonismo de las mujeres en el ámbito bibliotecario, como María Moliner o Elena Amat. También se destaca en la muestra el esfuerzo realizado por las bibliotecas por atraer al público infantil y juvenil y por su ingente tarea de fomentar la lectura.

Primer Bibliobús, 1953. Fotografía de Santos Yubero.
Archivo Regional  de la Comunidad de Madrid
En la muestra podemos ver fotografías que van del blanco y negro al color y de la precariedad a la abundancia, pero que siempre tienen como protagonistas a gente que lee. Vemos a los libros y a los lectores en las bibliotecas, en la calle, en bibliobuses o en espacios singulares, como el Palacio de Cristal del Retiro. Vemos actividades de fomento de la lectura, educativas y culturales muy diversas.

También podemos observar en la muestra abundante material documental y audiovisual. Destacan los libros y revistas, que ilustran las lecturas más destacadas de cada época, y los variados objetos que dan testimonio del trabajo de los bibliotecarios y de su capacidad para adaptarse a las necesidades del usuario.

Sala infantil de una Biblioteca Pública, años 60
 
La exposición se ordena cronológicamente y se divide en cinco periodos:

1915-1930 Años locos, tiempos de avance

1$930-1945 Años revueltos, tiempos de cambio

1945-1965 años difíciles, tiempos de desarrollo

1965-1985 Años de progreso, tiempos de transición

1985-2015 Años de modernidad, tiempos tecnológicos.

Se puede visitar, de forma gratuita, en Centro Cultural El Águila (C/ Ramírez de Prado,3. Madrid) hasta el domingo 24 de enero, de lunes a viernes de 11:00 a 19:00 y sábados, domingos y festivos de 11:00 a 15:00. Y en el Portal del Lector se puede descargar el catálogo.