EL PLACER DE LA CULTURA

lunes, 9 de diciembre de 2013

La fachada de la iglesia del Convento de la Encarnación de Boadilla del Monte

El convento carmelita de religiosas descalzas de la Encarnación del Hijo de Dios de la Villa de Boadilla fue fundado en 1674 por Juan González Uzqueta Valdés y María de Vera Varco y Gasca, señores de Boadilla del Monte. Se trata de un complejo arquitectónico que ha sido restaurado a finales del siglo pasado por José Ramón Duralde. Preside el conjunto la iglesia barroca, que actualmente forma parte de la parroquia de San Cristóbal, ya que la comunidad carmelita se encuentra ahora en un edificio próximo, más moderno, y el antiguo convento se ha reconvertido en hotel.

La fachada de la iglesia presenta una disposición típicamente barroca y con interesantes consecuencias urbanísticas, ya que se encuentra retrasada con respecto a la línea de calle y conforma, junto con la reconstruida Casa de Capellanes y el Convento, una plaza rectangular. De esta manera se conforma un espacio en forma de lonja a la entrada del convento, lugar de encuentro social y escenario para ceremonias religiosas, y proporciona una mejor visualización a la portada.
 

 

La bella fachada responde a las características propias de la arquitectura conventual madrileña y más concretamente a la que distingue a los edificios de las comunidades carmelitas femeninas. Entre estos rasgos definitorios podemos destacar su rigor geométrico de raíz escurialense que transmite la armonía y el orden de la vida monacal, su sobriedad en consonancia con el ideal de pobreza defendido por Santa Teresa y su verticalidad, que la singulariza dentro del edificio. Son elementos que aparecen por primera vez apuntados en la iglesia del convento de San José de Ávila y perfeccionados en la de la Encarnación de Madrid.


 


La fachada es de ladrillo visto, a excepción del zócalo, la puerta y la hornacina abierta sobre esta, que son de granito, y los escudos y el relieve, de piedra carbonatada. Los paramentos de ladrillo están animados por un rico y sutil juego de planos, entre los que destacan las pilastras lisas de orden gigante que enmarcan toda la fachada y que están coronadas por bolas, y las molduras que organizan en rectángulos toda la composición. La presencia del frontón triangular en lo alto es muy característica de la arquitectura conventual, y de la carmelitana en particular; está presidido por un óculo y cuenta con una cruz en su cúspide y la molduración es más profunda que en el resto de la fachada.

El núcleo de granito, con la puerta de entrada y la hornacina superior, destaca sobre el resto de la fachada, no sólo por su material, sino también por su mayor relieve y su decoración más profusa, con más movimiento y abundancia de remates piramidales y esféricos, que, sin embargo, no alteran la sobriedad del conjunto. La ventana superior, que ilumina el coro, completa el cuerpo central de la fachada, jerárquicamente superior a los laterales, como corresponde a su función de entrada única, frente a los accesos triples, más propios de la arquitectura conventual masculina. La puerta de la iglesia está equidistante entre el acceso al convento, a su derecha, y la entrada al cuarto de los fundadores, que tenían sus propias habitaciones junto a la iglesia, conectadas con la tribuna del templo que se abre al altar mayor.


 

La hornacina central cobija un relieve que representa la Encarnación, misterio al que se dedica el convento. En él podemos observar a la Virgen arrodillada en oración en el momento en el que se gira hacia el arcángel San Gabriel, que está de pie; en lo alto, Dios Padre envía al Espíritu Santo sobre María. La fachada de la iglesia del convento de Boadilla, como todas las carmelitanas, es fiel a las premisas del Concilio de Trento, en el que se subrayó la importancia de la presencia de las imágenes de devoción en el exterior del templo.

 


Los escudos de Juan González de Uzqueta y María de Vera, dispuestos de manera que forman un triángulo invertido con el relieve de la Encarnación, subrayan el carácter piadoso y al mismo tiempo ostentador del poder de los fundadores.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

De un italiano que salió del Retiro por los aires


El 12 de agosto de 1792, el Parterre del Retiro, cuando era aún parte de los jardines reales del Palacio del mismo nombre, fue el escenario de un gran acontecimiento. El capitán Vincenzo Lunardi se elevó a bordo de un globo aerostático y sobrevoló Madrid ante el asombro de los testigos.

Nacido en Lucca en 1759, Lunardi fue uno de los primeros y más valientes exploradores del cielo, no en vano era conocido como “El temerario“. Fue embajador de Nápoles en Londres, y allí realizó en 1784 su primera expedición aeronáutica en globo, sólo un año después de que los hermanos Montgolfier iniciaran los vuelos aéreos. Tras el éxito de su bautismo del aire, Lunardi realizó otras experiencias similares, tanto en la Gran Bretaña como en el continente europeo. Fueron numerosas las demostraciones que llevó a cabo, especialmente ante los soberanos de cada reino.

Nesmith (dib.) y Burke (grab). Retrato de Vicente Lunardi. Antes de 1815.
Museo de Historia de Madrid
Lunardi, con el permiso del rey Carlos IV, organizó la primera exhibición pública y oficial en nuestro país, aunque otros aeronautas ya habían volado antes que él por los cielos españoles. Tuvo lugar el 12 de agosto de 1792 entre las 5 y las 6 de la tarde, según el Diario de Madrid del día correspondiente, en el Parterre del Retiro, donde todo se preparó con gran cuidado, como podemos ver en una estampa que se conserva en la Biblioteca Nacional. En ella aparece con el número 1 el Casón, lugar desde donde el príncipe Fernando habría de ver el espectáculo; con el número 2 se señalan las ballas (sic) detrás de las cuales se situaría el público que permanecería de pie y con el 3 las sillas para los espectadores sentados.


Anónimo. Vista del parage del Jardin del Buen Retiro donde se ha de elebar el globo aerostático en que ha de bolar dn. Vicente Lunardi el dia 12 de agosto de 1792. Biblioteca Nacional de España
 
La representación del Palacio del Buen Retiro en este grabado es muy esquemática y destaca la presencia de las torres con sus chapiteles coronados de cruces y veletas. Muy esbozada está también la imagen del jardín del Parterre, pero podemos reconocer su estructura simétrica, su avenida central y sus dos estanques; observamos también la presencia de seis esculturas sobre sus respectivos pedestales, que adornaban el jardín antes del desastre que supuso para el Retiro la ocupación napoleónica y la Guerra de la Independencia. Diversos e indefinidos árboles aluden a la vegetación de los jardines reales y varios de los personajes que aparecen en la escena se protegen con sombrillas del sol del agosto madrileño.

El espacio destinado al globo de Lunardi era el centro del Parterre, como podemos ver en la citada estampa. El Diario de Madrid del 11 de agosto nos ofrece una completa descripción del artefacto, que se elevaba mediante gas:

Es de forma perfectamente esférica, y, tiene 31 pies de diámetro, está compuesto de cachos de tafetán carmesí, y pagizo. Alrededor de la boca inferior, hay 4 troneras, con sus cristales, que sirven para registrar toda la cavida de dicho globo, y aunque ahora tiene un cristal en la boca, este se ha de quitar el dia del experimento, en que después de lleno el globo, del gas suficiente, se ha de cerrar esta boca de otra manera. En la parte superior tiene una balbula con su resorte, afianzada á un redondel de cuero para su mayor firmeza. Cuelga por la parte interior una cuerda atada á la balbula que sale por el cuello, ó boca inferior opuesta, que, sirve para que el aeronauta abra y cierre esta balbula, según halle necesario expulsar gás, é introducir ayre atmoférico, con cuya operación baxa el globo, ó se gradúan los descensos en proporción dé la levidad que pierde y del peso que adquiere. Cubre á este globo una red de cordones de seda, hecha á puno de peluca, los quales van aumentando de numero desde la cúspide de arriba hasta la mitad, o su equador, en donde se numeran setenta y dos mallas. Vuelven estas á recogerse en 16 cordones rectos que rematan atados en un aro de hierro vestido con un farfalá de tafetán largo, y rapacejos de oro , en donde están atados seis cordones de seda mas gruesos, de que cuelga la galería que ha de ocupar el viajante aéreo. Esta galería, está hecha de caña, de Indias guarnecida de tafetán carmesí, tafetán blanco, galon, y rapacejos de oro. Lleva dos banderas una con las Armas Reales de España, y, la otra con las Armas de la Imperial Coronada Villa de Madrid, cuyos blasones se verán tremolados en los ayres, si la fortuna asiste á las buenas intenciones de Lunardi. Asimismo lleva dos ancoras para afianzar el globo al tiempo de su descenso, y evitar el vayben que le causen los ayres, aun después de haber llegado á tierra. Lleva igualmente una bocina para hablar si se ofreciere desde el ayre, y pedir auxilio si lo necesitase. Lleva su termómetro y barómetro para observar las distintas alturas á que se eleve, y estado de la atmosfera, como asimismo botellas llenas de agua, para vaciadas arriba, recoger el ayre atmosferico superior, y asimismo una brújula arreglada, todo con el objeto de hacer despues experimentos fisicos y chimicos, y procurar que este vuelo aéreo subministre en quanto sea posible á la ciencia física nuevos hechos, o rectifique los conocidos á beneficio de la instrucción pública. También encierra 50 libras de lastre en talegos de arena”.

En la jornada anterior al espectáculo el Diario de Madrid exhortaba al comedimiento, moderación y atención del público, en atención a la presencia del príncipe y al regio escenario, aunque aseguraba que sería “lo más divertida que sea posible”. Además anunciaba que “para que los no inteligentes tengan alguna noción de un experimento nunca visto en los siglos anteriores, se les dará una sucinta idea de la máquina inventada hasta ahora para volar, y de la razón por qué se sostiene en el ayre atmosférico”.

Finalmente el día 12 de agosto, el futuro Fernando VII presidió el multitudinario espectáculo, en el que los asistentes, entre ellos varias personas de la familia real, pudieron comprobar cómo el globo de Lunardi se elevaba unos 300 metros. Según el Diario de Madrid de 14 de agosto “fue inumeráble y muy lucido el concurso de ambos sexos, y todas clases”. Tres bandas de música de la guarnición de infantería del Buen Retiro animaron la función con “alegres marchas y sonatas”, según el Diario, que aseguraba que en el momento del despegue comenzó a sonar una pieza del compositor inglés Samuel Wesley concebida expresamente, “compitiendo la armonia de la música, con la novedad de un espectaculo tan apreciable”. Después de volar durante unos minutos, ante el asombro del público, que permaneció mudo, según el Diario del 14 de agosto, el aparato aterrizó cerca del pueblo de Daganzo de Arriba, a 5 leguas de Madrid, “habiéndose apeado con suma felicidad”. Tras tomar tierra Lunardi compartió con los lugareños vino y bizcochos, según el Diario del día 15, que continuaba el relato del asombroso suceso: “en el lugar del Fresno vieron las gentes el globo y pensando que seria alguna cosa del otro mundo, hechaban á huir amedrentadas, y las mugeres llorando á lagrima tendida se iban corriendo á sus casas, y un guarda de viñas echó mano á la escopeta y le iba a tirar un balazo , y no lo hizo porque el mismo susto se lo estorvó”.

Son varios los testimonios gráficos de aquel vuelo, como el de una estampa que se conserva en el Museo de Historia de Madrid que ilustra de manera ingenua el interés que despertó entre los madrileños la hazaña de Lunardi.


Vista del Globo Areostático que se hechó la tarde, 12 de Agostº de 1792 en el Jardin del Buen Retiro: el qual por la elevacion que tomó, se perdió de vista, y cayó en Daganzo á 5 leguas de Madrid. Museo de Historia de Madrid
 
Pese a que la experiencia del Retiro no fue demasiado exitosa, un año después, los propios reyes, Carlos IV y María Luisa de Parma, junto al todopoderoso Godoy, pudieron disfrutar también de un viaje aerostático de Lunardi, que se elevó al cielo madrileño junto al Palacio Real con el objetivo de recaudar fondos para los Reales Hospitales; en este caso el viaje duró dos horas y concluyó en las proximidades de Pozuelo. Aún realizó Lunardi otros dos viajes más desde Madrid, que terminaron también a pocos kilómetros de la corte.

martes, 5 de noviembre de 2013

El Parterre del Retiro, un jardín que va todos los días a la peluquería


El Retiro es un jardín de jardines. Podemos encontrar en él muchas variedades jardineras diferentes, un verdadero compendio de estilos de jardinería. Uno de los espacios más singulares es el Parterre, al que se accede por la calle Alfonso XII por la puerta más antigua del Parque, que se abre frente al Casón del Buen Retiro.

Se trata de un buen ejemplo del jardín barroco francés, un estilo que se caracteriza por su planificación geométrica,  una racionalidad cartesiana y una rígida ordenación que somete a la naturaleza. Es un jardín de invierno, llano, despejado, concebido para el paseo al sol y la contemplación dominante del paisaje, en el que los setos recortados se alinean simétricamente. Tiene planta basilical, con una avenida central que remate en un ábside y dos laterales centrados por estanques. En origen, los setos trazaban un dibujo de arabescos que le daban un aspecto de tapiz, como podemos ver en el Plano de Madrid de Tomás López (1785). El jardín actual mantiene básicamente el esquema original.

 
Detalle del Parterre del Retiro en el Plano Geométrico de Madrid de Tomás López. 1785
 
 
 
Vista aérea del Parterre en Google Maps

 
No fue siempre así, ya que cuando se construyó el Palacio del Buen Retiro y sus correspondientes jardines, en la década de los 30 del siglo XVII, se encontraba aquí el Jardín de las Ocho Calles, éstas estaban cubiertas de enramados en forma de bóvedas y se cruzaban en una plazoleta central. 


Detalle del Jardín Ochavado de los Jardines del Palacio del Buen Retiro en la Topographia de la Villa de Pedro de Texeira. 1656
 
Felipe V, que inauguró la dinastía de los Borbones en el trono hispánico, promovió una profundísima reforma en el Buen Retiro que no llegó a realizarse. Robert de Cotte, arquitecto de Luis XIV, abuelo de Felipe V, trazó un proyecto muy ambicioso y prácticamente irrealizable, del que tan sólo se llevó a la práctica el Parterre, que sustituyó al Jardín de las Ocho Calles y que, con algunas modificaciones, es el que ha llegado hasta nosotros.

 
Robert de Cotte. Proyecto para el nuevo palacio y jardines del Buen Retiro. 1707
 
 El famoso ahuehuete o ciprés calvo, el árbol más antiguo de Madrid, es un superviviente del jardín del siglo XVII, que resistió al trazado geométrico del Parterre y a la ocupación napoleónica, al igual que el estanque del lado norte, que podemos ver en la Topopgraphia de la Villa de Pedro de Texeira (1656).

El muro de contención que se encuentra en la cabecera del jardín, con fuentes y una escalinata que termina en mirador se añadió a mediados del siglo XIX. Entonces se recreó el dibujo de los setos recortados. Más tarde se añadieron los monumentos y finalmente el Parterre fue remodelado de nuevo tras la Guerra Civil, aunque sin variar el esquema general.

Nadie como Ramón ha sabido captar y transmitir por escrito el espíritu de este jardín de estilo francés:

El Parterre del Retiro tiene una frialdad arquitectónica como de una obra hecha con demasiada técnica literaria. El Parterre está trazado con tiralíneas, valiéndose también el jardinero creador de la escuadra y el cartabón.

Un salón-jardín con todos sus verdores muy ordenados y los macizos, como muebles, muy artísticamente distribuidos.

El Parterre va todos los días a la peluquería y huele a loción, y se ve cómo le apuran el corte de la nuca.

Ramón Gómez de la Serna. Fragmentos del capítulo “El Parterre del Retiro” de su recopilación Elucidario de Madrid. Renacimiento. Madrid, 1931

martes, 29 de octubre de 2013

Arquitectura racionalista en Santander: el Club Naútico


A mediados de la década de los 20 del siglo pasado llegó el racionalismo arquitectónico a España, en clara oposición a la tradición historicista y regionalista dominante hasta entonces. Los arquitectos jóvenes que se adhirieron a esta corriente internacional propusieron edificios prácticos, dignos y económicos, capaces de dar solución a los problemas de la ciudad contemporánea.
Uno de los arquitectos que se incorporaron al racionalismo en los años inmediatamente posteriores fue el cántabro Gonzalo Bringas Vega, que había caminado antes por senderos muy diferentes en las tres primeras décadas del siglo XX: era coautor del Palacio Real de la Magdalena en Santander, y responsable de un buen número de edificios regionalistas de estilo montañés. Sin embargo, el Club Marítimo de Santander, proyectado y construido por Bringas en 1934, es un brillante ejemplo de arquitectura racionalista, en el que percibimos claramente la influencia de Le Corbusier.
El edificio se levanta sobre pilotes de hormigón armado por encima del mar, junto al espigón de Puertochico, con el que le comunica una corta pasarela.
  
Su aspecto de transatlántico blanco anclado en el puerto es común a otros clubes náuticos de la época y desde tierra se confunde entre los barcos deportivos.


 
 
Es un edificio ante todo funcional, con volúmenes nítidos y geométricamente simples, y una gran desnudez decorativa. El Real Club Náutico de Santander rompe con la simetría axial y propone un juego muy rico entre las horizontales dominantes y la nítida verticalidad del torreón.
 

 
Las fachadas son diferentes entre sí: más urbana la que mira a tierra y con grandes ventanales horizontales y terrazas abiertas las tres que dan al mar.
 Nota: fotos de Francisco Juez (agosto de 2012)

 

miércoles, 16 de octubre de 2013

La alcazaba de Smara


Hasta hace poco más de medio siglo, el pueblo saharaui ha sido nómada, por lo tanto, la arquitectura era para los habitantes del desierto completamente innecesaria e incompatible con su forma de vida. Sin embargo, en la ciudad santa de Smara se encuentra una importante edificación, la más antigua del Sahara Occidental, debida a un hombre realmente extraordinario. Se trata de la alcazaba erigida por iniciativa del sheij (es decir, jeque, o guía espiritual) Ma al-Aynin, en realidad llamado Muhammad Sid al-Mustafa, pero conocido por el sobrenombre que le puso su madre y que puede traducirse como Agua de los Ojos.

 
Puerta occidental de la Alcazaba de Smara (julio de 2013)

 Ma al-Aynin nació hacia 1830, seguramente en territorio del actual Mali, y era hijo de un importante señor tribal; sabemos que estudió en Marrakech y que realizó en 1858 la preceptiva peregrinación a La Meca junto a uno de los hijos del sultán, Muley Abd al-Rahman, lo que demuestra sus buenas relaciones con la corte. A su regreso al Occidente de África, poco a poco fue ganando fama de hombre santo y sabio y el sultán de Marruecos lo nombró su representante en el territorio del Sahara.

Cuentan que en 1898 Ma alAynin acampó cerca de la tumba del fundador de una de las principales tribus saharauis, la de los Arosian, llamado Sid Ahmed Larosi. Recibió importantes donaciones que le convirtieron en rico y poderoso. Y en aquel lugar, donde abundaba el junco, y por tanto, el agua, y con la colaboración de los sultanes marroquíes y el trabajo de numerosos seguidores beduinos, fundó la primera ciudad del desierto occidental, Smara, que significa precisamente “junco” en lengua hassaniya, la variedad del árabe que hablan los saharauis.


Plano del Sáhara Occidental, con la ciudad de Smara señalada 
 
Ma al-Aynin erigió un edificio que era alcazaba (es decir, residencia fortificada), y también zawiya (escuela religiosa o monasterio), en Smara, alrededor de la cual se instalaron miles de jaimas. El edificio, que fue su morada, sigue en pie, y es el principal ejemplo del escaso patrimonio saharaui anterior a los españoles, que no llegaron a controlar esta ciudad situada a más de 200 km hacia  el interior del territorio del Sahara Occidental hasta los años de la II República.

En la alcazaba de Smara Ma al-Aynin recibía en audiencia a todo el que se le acercaba y le ofrecía su sabiduría, consejo, justicia o consuelo. Todas las tribus querían emparentar con él, por lo que se casó con numerosas mujeres y fue padre de innumerables hijos. Reunió una gran biblioteca, verdadero oasis de libros en el desierto, entre los que se encontraban un buen número de obras escritas por él.

Desde Smara el sheij congregó a numerosas tribus en torno a un proyecto de sedentarización y de resistencia ante la presencia extranjera en la zona, fundamentalmente dirigida a Francia, ya que España se limitaba a controlar la costa de su territorio. De este modo, en 1910 Ma al-Aynin declaró la Guerra Santa a los colonizadores franceses, presentes en el norte marroquí y en el sur mauritano, pero ese mismo año falleció en Tiznit, donde está enterrado. Sólo tres años más tarde un batallón francés ocupó y destruyó parcialmente Smara, lo que provocó las protestas de España, ya que la ciudad se hallaba en el Sahara español.

Cincuenta años después Julio Caro Baroja dedicó a Ma al-Ainin el estudio titulado “Un santón sahariano y su familia”, dentro de su imprescindible obra Estudios Saharianos (1955), para lo cual el antropólogo entrevistó a varios hijos del jeque y a otras personas que lo conocieron, visitó Smara y estudió diversos documentos.

Letrero conmemorativo de la fundación de la mezquita de la alcazaba de Smara por Ma al-Aynin en 1898 (1316 H.) (julio de 2013)
 
La alcazaba, de planta cuadrada ligeramente irregular, con lados de unos 60 m. de longitud, mantiene sus muros exteriores, construidos con la característica piedra oscura de Smara y barro. En el centro se encuentra la zawiya, un edificio cupulado donde el sheij recibía a los visitantes, enseñaba, administraba justicia y escribía. Alrededor de él se encuentran las estancias privadas de Ma al-Aynin y de sus cuatro esposas legales, además de otras construcciones, como un hammam (baño), establos, viviendas para los esclavos, etc.

Extramuros se encuentra una mezquita inacabada, que parece evocar, de forma simplificada, la austera belleza de los oratorios almohades, rasgo no exento de connotaciones políticas. Pueden verse algunos arcos de herradura sobre pilares, todo ello de piedra vista, situados a la derecha del mihrab, que parece conservar el eco del legendario Ma al-Aynin.


Vista de la mezquita inconclusa de la alcazaba de Smara (julio de 2013)

 
 

lunes, 30 de septiembre de 2013

Atacama en la X Semana de la Arquitectura


Atacama Servicios Culturales participa en la X Semana de la Arquitectura 2013 (30 de septiembre al 7 de octubre), invitada por la Subdirección General de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid. En el marco de esta Semana, organizada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, con el lema Más arquitectura, más Madrid, las Bibliotecas Públicas de la Comunidad de Madrid han organizado, entre otras actividades, un programa de visitas guiadas que tienen por objetivo promover y difundir la arquitectura de la capital.
Nos ha correspondido preparar y realizar los siguientes recorridos temáticos, que requieren inscripción previa en las bibliotecas correspondientes:

Lunes 30, 18:30 h: Neomudéjar madrileño en el Barrio de Salamanca. Biblioteca Pública Manuel Alvar. Tfno: 917263701

Martes 1, 18:30 h: Art Decó madrileño. Biblioteca Pública Acuña. Tfno. 91 541 36 19

Miércoles 2, 18:30 h: Arquitectura histórica de los Carabancheles. Biblioteca Antonio Mingote. Tfno. 91 509 36 25

Miércoles 2, 18:30 h: Art Decó madrileño. Biblioteca Rafael Alberti. Tfno. 91 731 95 52

Jueves 3, 18:30 h: Elementos decorativos mitológicos en los edificios de la calle de Alcalá y el Paseo del Prado. Biblioteca Luis Martín Santos. Tfno. 912760231

Viernes 4, 18:30 h: Arquitectura histórica de Lavapiés. Biblioteca Pública Retiro. Tfno. 91 501 91 46

Sábado 5, 11:15 h: Arquitectura histórica de los Carabancheles. Biblioteca Luis Rosales. Tfno. 91 276 02 33

Lunes 7, 18:30 h: Art Decó madrileño. Biblioteca Pública Villaverde. Tfno. 917230194

Más información en la web de las Bibliotecas Públicas de la Comunidad de Madrid: Aquí

 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Se presentan los nuevos itinerarios de Atacama Servicios Culturales en Boadilla del Monte


El alcalde de Boadilla del Monte, Antonio González Terol, y la consejera de Empleo, Turismo y Cultura de la Comunidad de Madrid, Ana Isabel Mariño, han presentado el 24 de septiembre de 2013 el nuevo servicio de visitas guiadas a los principales monumentos de la localidad.




Panel con la ruta turística diseñada por Atacama. Palacio del Infante Don Luis

Atacama Servicios Culturales ha diseñado para el Ayuntamiento de Boadilla un  itinerario circular por el casco histórico de la localidad, con 7 hitos principales. Se trata de un recorrido que permite al visitante realizar una progresión cronológica, desde el edificio más antiguo, la iglesia parroquial de San Cristóbal, del siglo XIII, hasta el conjunto del Palacio del Infante don Luis, de la segunda mitad del siglo XVIII.

Interior de la Iglesia parroquial de San Cristóbal

Atacama, junto con la editorial Polibea, también ha diseñado paneles informativos, que el Ayuntamiento ha instalado en los principales puntos de interés turístico, así como un folleto para que vecinos y visitantes puedan realizar sus propios recorridos por la localidad y conocer mejor la historia y características de sus monumentos.

Asimismo vamos a realizar visitas guiadas gratuitas los últimos sábados de cada mes a través del casco histórico de Boadilla, que permitirán a los asistentes conocer los edificios principales el interesante patrimonio de la localidad madrileña.
El alcalde de Boadilla, Antonio González Terol, la consejera Ana Isabel Mariño y el arquitecto restaurador José Ramón Duralde durante la inauguración de la ruta turística
El Ayuntamiento, que ha reformado los monumentos más importantes de Boadilla y que está rehabilitando el Palacio del Infante don Luis, pretende con estas medidas incrementar el número de visitantes.

El próximo 27 de septiembre, Día Internacional del Turismo, Atacama realizará tres visitas guiadas extraordinarias de una duración de una hora y media aproximadamente, a las 10:30 h, a las 17:00h y a las 19:00 h. A las 21:00 h el día se cerrará con un concierto de velas ante la fachada del Palacio de Don Luis.

Beatriz García Traba junto al panel de la Iglesia de San Cristóbal

Más información:



martes, 17 de septiembre de 2013

De Recópolis a Zorita de los Canes


El rey visigodo Leovigildo fundó en el año 578 una ciudad en el centro de la Península, a la que, en honor a su hijo Recaredo, llamó Recópolis. El actual yacimiento arqueológico, muy bien preparado para su visita, nos permite recrear el esplendor de una ciudad que simbolizaba la unidad territorial del reino, lograda por Leovigildo, y el proyecto de una nueva organización estatal, con el Imperio Bizantino como modelo. Más información en:


 

 

Ubicación del Parque Arqueológico de Recópolis (Guadalajara)


 Tras la llegada de los musulmanes en el siglo VIII, Recópolis apenas modificó su estructura urbana, hecho apreciable en la mayor parte de las ciudades andalusíes de la época. La ciudad fue escenario de conflictos entre fuerzas autonomistas y centralistas, con los bereberes Banū ‘Abdūs y los indígenas hispanos en un bando, y el Emirato de Córdoba en el otro.

Finalmente, Recópolis fue abandonada en las primeras décadas del siglo IX y la población pasó a un nuevo asentamiento, muy próximo, pero en un lugar con mejor defensa natural: Zorita. La antigua ciudad real visigoda pasó a ser cantera para la flamante fundación, que se corresponde con la actual Zorita de los Canes; se situó en una elevación del terreno, protegida por el río Tajo y el arroyo Badujo.

 

Vista de Zorita de los Canes desde el camino de Recópolis
 

El nacimiento de este enclave militar tenemos que entenderlo en relación, por un lado, con la presión de Ordoño I de León desde el norte, y, por otro, con las tendencias autonomistas de la región; en ese sentido, el emir omeya Muhammad I procedió a la fundación de varias fortificaciones en la región, además de Zorita: Madrid, Talamanca, Peñafora, Calatrava, Olmos y Canales. Estos puntos estratégicos estaban muy relacionados con la necesidad de defender las zonas fronterizas y servir de base a los ejércitos emirales, así como para consolidar la capacidad fiscal del estado en el territorio.

 Zorita, la nueva fundación islámica, fue un hito material en el fortalecimiento del poder emiral en época de Muhammad I; no obstante el cronista andalusí Ibn Hayyān menciona una rebelión en Zorita, protagonizada por Sulaymān b.‘Abdūs en el 868-869/255, poco después de la creación del enclave fortificado, lo que demuestra la fragilidad del control cordobés.

 Zorita llegó a ser una de las principales ciudades del centro de la Penísula en tiempos del Califato de Córdoba, punto estratégico en el paso del río Tajo de los caminos que unían el este y el centro. Y, por cierto, los Banū ‘Abdūs, siguen apareciendo, ahora como gobernadores de la ciudad, en las fuentes históricas. En el siglo X se consolidó como núcleo urbano, con la alcazaba como recinto fortificado y centro del poder, dominante sobre el entorno. De la reforma del núcleo fortificado original realizada seguramente por Abd al Rahman III en la primera mitad del siglo X se conserva la puerta de entrada al recinto con un arco de herradura, situado entre dos torres rectangulares. Posteriormente, en el siglo XIV, esta puerta califal quedó parciamente oculta, como vemos en las fotografías, por arcos apuntados góticos.

 

Vista de la puerta occidental de la alcazaba de Zorita desde el exterior
 
 

Vista de la misma puerta desde el interior de la alcazaba

 

También del siglo X se conservan numerosos sillares del recinto de la alcazaba, especialmente en la parte inferior de los muros. Se puede observar en distintas partes de la muralla de la Alcazaba la presencia de estos sillares dispuestos a soga y tizón, es decir, que se van alternando unos por su lado más largo (soga) y otros por el más corto (tizón), muy característicos del periodo califal.

 
 

Detalle del muro de la alcazaba, donde podemos ver, sobre la roca viva, los sillares más antiguo, a soga y tizón, sobre los cuales se encuentran materiales más modernos
 
La ciudad poseía su propia muralla, más allá de la cual se ubicaban los arrabales; muy transformado, permanece también en pie este segundo cinturón murado de Zorita del que apenas en la parte inferior podemos apreciar sillares califales. La puerta principal de la ciudad conserva dos capiteles visigodos procedentes de la cercana Recópolis. Ha desaparecido sin embargo un puente califal sobre el Tajo, mencionado en las crónicas andalusíes.

Tras la caída del Califato, Zorita pasó a formar parte de uno de los principales reinos de Taifas, el de los Banū Dīl-Nūn, que tenían su corte en Toledo. Todo el territorio del centro peninsular, Zorita incluida, se incorporó al reino cristiano de Castilla en torno a 1085. En los siglos posteriores, sobre todo en el XIII y en el XIV, Zorita, bajo el dominio de la Orden de Calatrava, sufrió cambios importantes: el castillo se reformó y se redujo de tamaño y en su interior se construyeron nuevas dependencias, entre ellas una interesante iglesia románica tardía.

 

Iglesia de la alcazaba de Zorita
 


 

 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Un mausoleo neoegipcio en el Cementerio Británico de Madrid


Entre los historicismos de los siglos XIX y XX, es decir, los estilos arquitectónicos que imitan o evocan de manera ecléctica y libre las formas del pasado, destaca por su llamativo exotismo la arquitectura neoegipcia. La fracasada campaña de Napoleón en Egipto entre 1798 y 1801, puso al alcance de la mano de los europeos las maravillas ocultas del país del Nilo, dio un gran impulso a la Egiptología, pero también inició una moda que se reflejó en la arquitectura del viejo continente. A partir de entonces se realizaron en todo el mundo imitaciones casi arqueológicas junto a otras verdaderamente delirantes, resultados armónicos y otros que cayeron en el kitsch más estridente.

En España no son muy numeroso los ejemplos que podemos asociar a esta egiptomanía, y en ocasiones se limitan a ciertos detalles arquitectónicos, tanto en edificios historicistas eclécticos como en obras de estilos más innovadores, como el art-decó. Los encontramos a lo largo de todo el siglo XIX y en la primera mitad del XX. La vinculación casi automática que hacemos entre el antiguo Egipto y el mundo funerario explica que los ejemplos más destacados los hallemos en algunos mausoleos, como el de la familia García Nieto en el Cementerio de San Lorenzo de Madrid o el de los Llovera en el Cementerio General de Valencia.

Posiblemente el más interesante lo encontramos en el Cementerio Británico de Madrid. Este camposanto, creado, tras años de negociación entre el Gobierno de Gran Bretaña y el Ayuntamiento de Madrid, en 1854, se encuentra en la actual calle del Comandante Fontanes, muy cerca de la calle del General Ricardos, y conserva su estilo inglés.





El cementerio nació para enterrar a los cristianos no católicos, que no eran admitidos en aquellos tiempos en las necrópolis existentes, y estaba gestionado por residentes británicos en Madrid. Con el paso de los años se fue dando sepultura también a personas de otras nacionalidades y credos, como luteranos, ortodoxos y judíos, que tenían prohibido enterrarse en cementerios civiles. Para más información: http://www.britishcemeterymadrid.com/spanish/index.php


 Destaca en el pequeño Cementerio Británico el panteón de los Bauer, construido en 1907 por Fernando Arbós y Tremanti. Es de forma cúbica y está coronado por una pirámide y sus pilastras, columnas, capiteles (palmiformes y campaniformes), su cornisa en forma de gola, sus formas arquitrabadas, sus relieves y detalles decorativos remiten indiscutiblemente a la arquitectura egipcia, dentro de un armónico eclecticismo, propio de Arbós. El juego de volúmenes, la riqueza de pilastras, cornisas, molduras y remates, la planitud del relieve y la asimetría de los detalles ornamentales nos sitúan ante una muy interesante y personal versión de la egiptomanía de principios del siglo XX.



Fernando Arbós, nacido en Roma y de madre italiana y padre español, es el autor de destacados edificios en Madrid, como la Sala de las Alhajas de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, en la madrileña plaza de San Martín, o las sucursales de la misma entidad en la calle de Eloy Gonzalo y de la ronda de Valencia, hoy Casa Encendida. También realizó el cementerio del Este, y el conjunto del Panteón de Hombres Ilustres y la Real Basílica de Atocha, construido parcialmente, y la iglesia de San Manuel y San Benito. Asimismo fue arquitecto del Museo del Prado y en él realizó importantes reformas y ampliaciones.




Arbós fue contratado por los Bauer, familia judía de origen centroeuropeo, para erigir su panteón funerario. Fueron agentes de los Rotshchild en España desde mediados del siglo XIX y gestionaron sus inversiones en empresas como Minas de Riotinto, Minas de Peñarroya o el Ferrocarril Madrid-Zaragoza-Alicante. También trabajaron para el gobierno español, especialmente durante la Restauración borbónica, para quien obtuvieron financiación en el exterior. En tres generaciones alcanzaron una gran riqueza e influencia en España; su palacio de la calle de San Bernardo de Madrid (actual nº 44) o la finca de El Capricho, que compraron a finales del siglo XIX a los Osuna, son buenas muestras de su poder.

lunes, 2 de septiembre de 2013

El Camino del Inca. De Cuzco al desierto de Atacama


Hemos recibido de parte de nuestro amigo el arqueólogo chileno Horacio Larraín un video de inestimable valor sobre las excavaciones que se están realizando en el norte de Chile para recuperar el Camino del Inca.

Horacio Larraín. Julio de 2013

El imperio incaico abarcaba 2 millones de km cuadrados entre el océano pacífico y la selva amazónica, y desde San Juan de Pasto hasta el río Maule por el sur. Desde el Cuzco (capital del imperio) partían caminos hacia los cuatro puntos del Tahuantinsuyu:   Chinchaysuyu al norte, Collasuyo al sur, Antisuyo al este y Contisuyo al oeste. Posteriormente, para facilitar el movimiento de mercancías y tropas la red de caminos se fue ampliando hasta cubrir toda la extensión del imperio.

Por la costa, una pista con suelo firme, allanado y limpio de arena corría desde Túmbez  hasta el cauce del río Maule (sur de Chile en la región del Collasuyo). Unas estacas de madera con unas cuerdas atadas marcaban el rumbo por si la arena cubría o desdibujaba el camino. Los caminos de la sierra se adaptaban a la orografía y los desniveles eran salvados con escalones. Al no utilizar la rueda ni animales de carga, no había obstáculos para los rápidos corredores o chasquis que llevaban las noticias por todo el imperio. Los desniveles y ríos se salvaban con puentes. Un vigilante controlaba de manera constante el buen estado de la vía y el paso de viajeros.

Los caminos eran fundamentales para mantener el poder político del inca, ya que toda una red de chasquis (correos) transportaba a lo largo del reino las noticias y órdenes se que emitían, permitiendo así el buen gobierno de tan vasto territorio. Los chasquis poseían tambos o pequeñas postas en las que obtenían alimento y eran relevados por otros corredores que llevaban el mensaje hasta el siguiente tambo. Las noticias se transmitían a través del quipu, ingenioso sistema nemotécnico realizado con cuerdas de distintos tamaños y colores que portaban mensajes tanto de carácter administrativo como militar. El tiempo empleado para recorren las distancias más largas duraba entre 5 y 10 días.
Quipucamayoc. Felipe Guamán Poma de Ayala. Nueva crónica y buen gobierno
 El cronista Polo de Ondegardo lo relata así:

“Tuvieron estos indios en tiempo del Inca otro tributo que parece fácil y era de mucho trabajo por ser ordinario y continuo y era, que en todos los caminos reales de Quito hasta Chile y más adelante por la gobernación hasta donde el Inca conquistó y puso las fronteras por la sierra y por los llanos y en muchas travesías, principalmente donde había fronteras tenían puestos chasquis cada uno por su tierra, que son unas casillas en cada topo, que es como de nuestra media legua y media, que no son mayores de cuanto es menester para estar dos indios en cada una; de manera que en cada topo había cuatro indios ordinarios de noche y de día que servían de postas, los cuales se mudaban cada mes y proveían las comarcas como caían cada uno en su parte. El oficio de estos era llevar la palabra del Inca desde el Cuzco adonde él quería enviarla y traerla de los gobernadores, de manera que pudiese saber breve lo que él quería de toda la tierra, y hacíase de estar forma, que si el Inca quería mandar algo a algún gobernador, se lo decía al primer chasqui, y luego a toda furia salía corriendo, y sin parar andaba la legua u media, y antes que llegase al otro alzaba la voz y decía que ser apercibiese, y empezaba a decir su embajada y a que provincia iba dirigida, de manera que en llegando sin tenerse, salía otra, porque a los que les cabía de correr velaban, de suerte que nunca estaban desapercibidos y el recado en esto era tan grande y la furia de las postas, que afirmaban que desde el Cuzco hasta Quito, que son quinientas leguas y la mayor parte tierra muy áspera, cuanto más tardaban de ida y vuelta eran veinte días” (Polo de Ondegardo. El mundo de los Incas. Madrid: Historia 16, 1990. pag. 92) 

 Aquí dejamos el enlace a la entrevista en que Horacio explica cómo se va recuperando poco a poco el camino incaico y la importancia que tiene para el desarrollo de las comunidades indígenas del desierto de Atacama.

Entrevista a Horacio en la televisión local de Iquique:

jueves, 29 de agosto de 2013

Atacama en Hispan TV. El origen islámico de Madrid


El canal de televisión iraní en español Hispan TV ha emitido un reportaje sobre el origen islámico de Madrid, en el que hemos participado.

Puedes verlo en el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?v=vpO6Y9XUkXU

 

viernes, 9 de agosto de 2013

Cuaderno de campo: Visita al Sáhara Occidental

3 de julio de 2013

Emprendemos viaje al Sáhara Occidental.

Destino: Aaiún

Cuando en julio de 2012 surgió la invitación de manera espontánea para visitar la misión que los religiosos oblatos mantienen en el desierto desde el año 1954 no fuimos conscientes de la realidad a la que nos enfrentábamos.

El viento, la arena y la soledad del desierto han ido conformando una situación dura tras la ocupación marroquí del año 1975 que ha dejado a los saharauis y a los misioneros en una posición difícil.

Tras llegar al aeropuerto con David (misionero oblato del barrio de Aluche)  las primeras horas en la misión se convierten en un baño de realidad. Una cena organizada por los dos oblatos que se encuentran allí, Mario y Valerio nos presentó una buena radiografía de lo que íbamos a encontrar a partir de ese momento, ya que acuden varios saharauis amigos de la comunidad, pescadores españoles desplazados, miembros de la Minurso (Misión Internacional de las Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara Occidental) y el Depositario de los bienes de la Casa de España. Cada uno con su opinión, su versión y su religión… todos juntos.

Misioneros oblatos: Mario, David y Valerio. Detrás Paco Juez
 
 Mario y Valerio estaban dispuestos a que nos lleváramos, en las dos semanas que íbamos a permanecer allí, una visión lo más completa posible de la situación del Sáhara tras la ocupación: familias separadas, imposibilidad de viajar con libertad al extranjero, represión, una apabullante presencia militar, controles terrestres, vigilancia constante del edificio de la iglesia, la penosa situación en las cárceles y la presencia, ya mayoritaria, de colonos procedentes del norte de Marruecos con el fin de intervenir con su voto en un posible referéndum, en realidad cada vez más lejano.

Pero también los paisajes, las dunas, el calor y la hospitalidad del pueblo saharaui, sus costumbres y tradiciones, su religión. Durante los días que estuvimos pudimos vivir el ramadán, asistir a la ruptura del ayuno con varias familias y participar, como observadores, de la oración de los viernes.

Ruptura del ayuno durante el ramadán en casa de un amigo saharaui
  
Oración de los viernes. Dajla
 
Los oblatos mantienen en la actualidad dos iglesias en el antiguo territorio español: una en el Aaiún y otra en la antigua ciudad de Villa Cisneros, hoy Dajla. Recientemente han recuperado la capilla situada en el puerto del Aaiún y que atendía a los pescadores  desplazados durante la época española.

Iglesia católica del Aaiún

Iglesia del puerto del Aaiún, recientemente recuperada. 
La situación de la iglesia es complicada: no pueden predicar, no pueden canalizar ayuda humanitaria, no pueden bautizar… cualquier actividad se puede convertir en motivo de expulsión. ¿Qué hacen entonces los dos únicos misioneros católicos autorizados para estar en todo el Sáhara Occidental? pues nada menos que ser presencia cristiana y testigos del sufrimiento de un pueblo, acompañarlos y apoyarlos en su día a día, atender a todo aquel que se presente en la puerta de la iglesia, incluida la población marroquí, celebrar misa para los trabajadores de la Minurso y todos aquellos cristianos (evangélicos, luteranos, anglicanos y católicos) que por motivos de trabajo se encuentran en la región.

Iglesia católica de Dajla
La iglesia de Dajla (a 6 horas en coche desde el Aaiún) tiene a su vez una situación especial ya que la persona encargada de su custodia y mantenimiento es Mohamed Fadel Semlali, más conocido como Bu, un sahuaraui musulmán que también preside la Asociación de Discapacitados de Dajla , con la que la Iglesia colabora en la formación de parte del personal saharaui que atiende a los niños discapacitados de la zona, mayoritariamente marroquíes.

Centro de discapacitados de Dajla presidido por Bu
En definitiva un viaje que nos enseñó a rezar mientras oíamos la llamada a la oración del muecín, a compartir con los más olvidados por la comunidad internacional, a escuchar su lamento silencioso y silenciado durante casi 40 años, a estar atentos a la rabia con la que están creciendo las generaciones jóvenes y a ver una iglesia comprometida y abierta que ha sellado una alianza con el pueblo saharaui que dura ya  60 años.

 

Duna blanca. Dajla
 
Más información sobre la Prefectura Apostólica del Sáhara Aquí
Información sobre Bu Aquí