EL PLACER DE LA CULTURA

jueves, 30 de septiembre de 2021

La iconografía de la Magdalena en la ermita de Santa María de la Antigua en Carabanchel


La participación de María Magdalena en la Pasión es muy relevante, ya que está presente en la Crucifixión, la Deposición y el Entierro de Cristo y, sobre todo es a quien primero se aparece Jesús después de su Resurrección, noticia que esta mujer comunicó a los otros discípulos. Seguramente la necesidad de completar su biografía llevó a fusionar su figura durante los primeros siglos de la Iglesia de Occidente con la anónima pecadora del Evangelio a la que Cristo perdonó en la casa de Simón el Fariseo y con María, la hermana de Marta y Lázaro, que derramó el frasco con perfumes en la unción de Betania. De ese modo llegó a convertirse en prototipo de arrepentimiento y santidad. Durante la Edad Media y después del Concilio de Trento el culto a la Magdalena y sus consiguientes representaciones iconográficas se extendieron por toda la Cristiandad.

La ermita de Santa María de la Antigua de Carabanchel, originalmente iglesia parroquial dedicada a la Magdalena, conserva dos magníficos ejemplos de su iconografía. El más antiguo lo tenemos en las pinturas, fechadas a principios del siglo XV, del coro alto de madera situado a los pies el tempo, recientemente descubiertas tras la restauración y limpieza de las vigas. El otro ejemplo lo encontramos en el retablo de la capilla mayor, de mediados del siglo XVII y restaurado a principios de la presente centuria.

Cabecera de la ermita de Santa María de la Antigua

En efecto, entre 2020 y 2021 los restauradores contratados por la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid han sacado a la luz unas maravillosas pinturas al temple, antes ocultas por la suciedad y los repintes, en las vigas del coro de la ermita, antigua parroquia del primitivo Carabanchel. De este coro se conserva el emparrillado de madera formado por vigas maestras (jácenas), que descansan en ménsulas, y largueros (jaldetas) que rematan en unos canecillos muy simples. No ha llegado a nuestros días ni la escalera ni la balaustrada originales. Las pinturas incluyen motivos vegetales y geométricos en ménsulas y canecillos y en los cantos de las jácenas, escudos de Castilla y de León en las tabicas situadas entre los extremos de los largueros y escenas religiosas en las vigas maestras; a estas últimas dedicaremos nuestra atención en este texto.

Jácena lateral, con el Martirio de san Sebastián en la mitad izquierda.
En las tabicas situadas entre los extremos de los largueros escudos de Castilla y de León

En la cara exterior de la jácena que une la pared de la entrada lateral de la iglesia con el pilar más cercano quedan algunos rastros de un escudo y de la representación del Martirio de san Sebastián, santo objeto de devoción en Carabanchel desde la Edad Media y protector frente a la peste, que en la época en que se realizaron las pinturas asolaba Madrid y su entorno; junto a esta, otra escena de difícil interpretación, con dos ángeles que flanquean a una figura.

Jácena central del coro, decorada con pinturas recientemente descubiertas

En la cara exterior de la viga mayor la Magdalena es la protagonista, vestida con túnica azul y con nimbo dorado, aunque las escenas se conservan sólo parcialmente. De izquierda a derecha observamos a la santa ante Cristo resucitado saliendo del sepulcro, el Noli me tangere (aparición de Cristo ante la Magdalena), un escudo, atribuido por los restauradores al arzobispo de Toledo entre 1407 y 1414,  Pedro de Luna y Albornoz, y que ha permitido fechar las pinturas, y lo que podría ser el Banquete en casa de Simón el fariseo, donde Cristo ungió a la Magdalena. Más a la derecha, apenas se distingue una escena muy perdida, tal vez con san Isidro labrando, junto a un buey. La otra viga maestra, adosada a la pared, estaba también decorada con pinturas, pero actualmente estas casi han desparecido, aunque parece vislumbrarse alguna representación de san Isidro.

Detalle de la jácena central, con la Magdalena ante el Sepulcro de Cristo y el Noli me tangere

Casi un siglo después de la realización de estas pinturas, a finales del siglo XV, la iglesia de la Magdalena perdió su parroquialidad, ya que el entorno de la iglesia se despobló. Los habitantes se trasladaron a dos nuevos núcleos, origen del Carabanchel de Abajo y Carabanchel de Arriba, y el templo quedó reducido a ermita.

Frente a las vigas del coro, en la cabecera de la iglesia, se encuentra el retablo barroco de madera dorada, restaurado en 2003. Cuenta con predela, ático y un único cuerpo, dividido en tres calles por columnas corintias: en la central se encuentra la talla que representa a santa María la Antigua, escultura posterior a la guerra civil, copia de la original medieval desaparecida en 1936; en las calles laterales se hallan sendos óleos sobre lienzo con las imágenes de san Isidro y santa María de la Cabeza.  En el ático se encuentra otro lienzo en el que aparece la imagen de santa María Magdalena. Pero las obras de mayor calidad del retablo las encontramos en la predela, que incluye tres lienzos, uno por calle: de izquierda a derecha podemos ver el Noli me tangere, San Juan Bautista en el desierto y la Cena en casa de Simón el Fariseo, es decir, dos escenas de la Magdalena que también aparecen en las pinturas de las vigas, las cuales, seguramente, eran visibles cuando se realizó el retablo, a mediados del siglo XVII. Se buscaba posiblemente una correspondencia iconográfica entre el coro y la cabecera de la iglesia.

Retablo mayor de la ermita, de mediados del siglo XVII

La pintura del retablo en la que se representa a san Juan Bautista incluye una inscripción que fecha la obra: “Juan Bautista Montero a su devoción iço dorar el retablo y pintar los Quadros de el, año 1656”. El comitente era un hidalgo vecino de Carabanchel, que, a través de este encargo demuestra su devoción hacia san Isidro, íntimamente relacionado con la propia ermita, ya que esta conserva un pozo atribuido al santo y en el mismo lugar, pero en otra iglesia más antigua y modesta, de madera, la tradición sitúa uno de los milagros del patrono de Madrid. No olvidemos además que san Isidro había sido canonizado en 1622. También se representa en el retablo al santo del comitente, san Juan y, en el ático y en la predela a la Magdalena, a modo de actualización y ampliación de las representaciones de la viga del coro situada frente al retablo. Las pinturas son de escuela madrileña y algunos lo han atribuido al taller de Francisco Ricci; siempre me ha llamado la atención que la calidad de los tres cuadritos de la predela es superior a la de las representaciones principales.




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