La principal reforma urbana en Madrid del reinado de Carlos III fue la creación del llamado Salón del Prado. Se puso en marcha a partir de 1767, con proyecto de José de Hermosilla, que fue modificado tras su fallecimiento por Ventura Rodríguez. El impulsor de la ambiciosa idea fue el conde de Aranda, nuevo presidente del Consejo de Castilla tras la grave crisis del Motín de Esquilache en 1766, que decidió transformar el desordenado, silvestre y variopinto Prado de San Jerónimo de los Austrias.
El nuevo paseo recibió el nombre de Salón del Prado tras las importantes obras de nivelación del terreno, plantación de árboles y canalización del arroyo de la Fuente Castellana. Pero fueron tres monumentales fuentes, con sus obras hidráulicas correspondientes, los trabajos más destacados. Ventura Rodríguez, Maestro Mayor de la Villa y de sus Fuentes y Viajes de Agua, fue el encargado de su diseño y diferentes escultores materializaron el proyecto.
El arquitecto puso todo su genio al servicio del diseño de las fuentes, adornadas las tres con figuras mitológicas: Cibeles, Apolo y Neptuno. Esta última, la situada en el extremo meridional del Salón, está formada por un pilón circular en el que, sobre una representación en piedra de las olas marinas, se eleva una carroza en forma de caracola con ruedas de aspas, tirada por caballos marinos, que porta a Neptuno en pie. Varios tritones rodean el carro y funcionan como surtidores. Neptuno, identificado con el Poseidón griego, gobierna sobre los océanos y mares.
Ventura Rodríguez. Fuente de Neptuno (1777). Museo de Historia de Madrid (www.monumentamadrid.es) |
Imagen actual de la Fuente de Neptuno |
El grupo escultórico, cuyo diseño está inspirado en modelos barrocos italianos, fue encargado al anciano Juan Pascual de Mena, que tuvo que delegar en su discípulo José Arias. Manuel Tolsa, José Guerra, José Rodríguez y Pablo de la Cerda intervinieron también en la carroza en forma de concha, los delfines y el agua.
El dios porta un majestuoso tridente, con el que desencadenaba tempestades, y que recuerda a las armas de los pescadores de atún del Mediterráneo antiguo. En la otra mano lleva una serpiente. La figura vertical del dios marino se alza hierática sobre un peculiar carro en forma de concha tirado por dos agitados caballos marinos, que contrastan con la serenidad majestuosa de Neptuno. En el carro destacan las llamativas ruedas, muy similares a las de los ingenios hidráulicos de la época, en un momento en el que se realizaron grandes obras, como el Canal Imperial de Aragón.
La Fuente se inauguró en 1785 y su pilón también sirvió de abrevadero, como el de Cibeles. A finales del siglo XIX también Neptuno fue trasladado al centro de la nueva plaza de Canovas del Castillo y se le situó mirando, al igual que Cibeles, a la Puerta del Sol, de manera que Apolo quedó aislado y perdido en el centro del paseo.
Es interesante comparar el diseño de Ventura Rodríguez de 1777 con la escultura. Podemos comprobar la fidelidad de los escultores con respecto al modelo, pero también algunas diferencias.
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