A mediados de la década de los 20 del siglo pasado
llegó el racionalismo arquitectónico a España, en clara oposición a la
tradición historicista y regionalista dominante hasta entonces. Los arquitectos
jóvenes que se adhirieron a esta corriente internacional propusieron edificios
prácticos, dignos y económicos, capaces de dar solución a los problemas de la
ciudad contemporánea.
Uno de los arquitectos que se incorporaron al
racionalismo en los años inmediatamente posteriores fue el cántabro Gonzalo
Bringas Vega, que había caminado antes por senderos muy diferentes en las tres
primeras décadas del siglo XX: era coautor del Palacio Real de la Magdalena en
Santander, y responsable de un buen número de edificios regionalistas de estilo
montañés. Sin embargo, el Club Marítimo de Santander, proyectado y construido
por Bringas en 1934, es un brillante ejemplo de arquitectura racionalista, en
el que percibimos claramente la influencia de Le Corbusier.
El edificio se levanta sobre pilotes de hormigón
armado por encima del mar, junto al espigón de Puertochico, con el que le
comunica una corta pasarela.
Su aspecto de transatlántico blanco anclado en el puerto es común a otros clubes náuticos de la época y desde tierra se confunde entre los barcos deportivos. |
Es un edificio ante todo funcional, con volúmenes
nítidos y geométricamente simples, y una gran desnudez decorativa. El Real Club Náutico de
Santander rompe con la simetría axial y propone un juego muy rico entre las
horizontales dominantes y la nítida verticalidad del torreón.
Las fachadas son diferentes entre sí: más urbana la
que mira a tierra y con grandes ventanales horizontales y terrazas abiertas las
tres que dan al mar.
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